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Test drive

Prueba Toyota Corolla Automático

Probamos cómo se comporta la nueva caja CVT en el sedán japonés.

Prueba Toyota Corolla Automático

El Toyota Corolla es una de las piedras angulares de la marca y uno de los sedanes medianos más buscados en nuestro mercado, por ello, apenas lanzada la nueva generación le dedicamos una prueba especial de largo kilometraje. Sin embargo, en ese test nos habíamos perdido comprobar el funcionamiento de una de sus grandes novedades, la caja automática.

Lo más interesante de este cambio es que se trata de una transmisión del tipo CVT (variador continuo) que reemplaza a la anterior epicicloidal de 4 velocidades. Sabemos que estas transmisiones suelen ser más sedosas y que ayudan a reducir el consumo de combustible, pero también tienen sus faltas siendo ruidosas y disminuyendo la sensación de potencia. ¿Qué sucederá en el Toyota Corolla?

Lo primero que queremos aclarar es que probamos la versión SE-G cuyo precio es alcanzado por el impuestazo, por eso no nos vamos a centrar en el equipamiento, sino en el comportamiento de la caja que se aplica a toda la gama.

 

Comportamiento

Tal y como lo esperábamos, la caja CVT del Toyota Corolla ofrece una destacada suavidad de funcionamiento. Si pisamos el acelerador con calma mantiene el tacómetro en las 1.500 rpm mientras el auto va ganando velocidad. Esto no solo ayuda a mantener el consumo urbano contenido, también nos da la sensación de estar manejando un auto eléctrico, con muy poco ruido mecánico y un impulso parejo.

Si pisamos el acelerador con más ganas, la transmisión sube inmediatamente las revoluciones llevando la aguja del tacómetro a las 3.000 o 4.000 vueltas, dependiendo de la urgencia sobre el pedal derecho. Lo interesante es que, si seguimos acelerando, no lleva el motor hasta el tope como lo suelen hacer las CVT, sino que se mantiene unos instantes y luego sigue subiendo de giros como si estuviera en un cambio puntual.

Si pegamos el acelerador a la alfombra, tampoco busca el fondo del tacómetro, sino que lo lleva hasta las 5.000 rpm y deja que siga su curso hasta la línea roja. Una vez ahí, tampoco mantiene el régimen clavado en el máximo, sino que simula el paso de cambios.

El resultado de lo explicado en los párrafos anteriores (alternar entre el funcionamiento continuo o simulando el paso de cambios) es que hace menos ruido y da esa sensación de empuje que suele faltar en este tipo de transmisiones.

La desmultiplicación de la caja CVT también es muy destacada ya que permite viajar a 120 km/h de velocímetro con solo 2.250 revoluciones. Esto mantiene tan calmada la mecánica que uno desearía mayor aislación de otras fuentes de rumorosidad como el viento o las ruedas, aunque realmente es buena. Además, a esa velocidad constante registramos un consumo de 6.3L/100 km que resultó inferior al del Corolla con caja manual de 6 cambios.

 

Conclusiones

Volvamos un poco sobre el Toyota Corolla, antes de analizar cómo esta transmisión lo completa. La nueva generación del sedán nipón sigue siendo algo espartana respecto de sus competidores, algo que se aprecia en su interior no tan elaborado. Sin embargo, mejoró mucho respecto de la anterior. Ahora tiene más diseño (guste o no, eso es personal), las suspensiones son más refinadas y se enfocó más hacia el conductor.

Esta nueva personalidad del Corolla es perfectamente completada por la nueva transmisión CVT. No solo nos liberamos del embrague (siempre odioso al soltar 1º en este modelo), sino que de los vicios de este tipo de transmisiones, mientras disfrutamos de su suavidad y bajo consumo. En resumen, si buscan un Corolla, vayan por las variantes automáticas.

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