La propuesta de este Fiesta Diésel presenta como única faceta importante la incorporación del motor gasolero. Este impulsor, el mismo que trae el Mondeo diésel, posee árbol de levas a la cabeza y una cilindrada mayor que la de la versión naftera -1.8 contra 1.3-, lo que le permite equiparar las prestaciones. Ambos llegan a una máxima superior a los 150 km/h, aunque el naftero la alcanza en cuarta velocidad y el gasolero en quinta.
Otro punto favorable es el bajo nivel de ruidos, uno de los externos problemas que acarreaban los autos diésel.
El interior es confortable para los cuatro ocupantes que puede albergar. Tiene, entre otras cosas, levantavidrios delanteros y espejos regulables eléctricamente, cierre centralizado de puertas y apertura interna de bául.
Su instrumental es básico y visible, y su carencia principal es la del cuentavueltas, elemento que permitiría establecer el régimen ideal para favorecer el consumo en viajes ruteros y aprovechar la potencia del motor.
Las suspensiones son un poco ruidosas y se siente más cómodo en ruta, donde fue notable su tenida, ya que a pesar de ser corto, es buena su distancia entre ejes. Los frenos son eficientes en todo momento, y también su capacidad lumínica.
1- Levantavidrios delanteros y retrovisores eléctricos.
2- Apertura interna del baúl.
3- Llave codificada.
4- Autoestéreo con frente desmontable.
5- Cierre centralizado de puertas.
6- Rompeniebla trasero.