Después de haber desarrollado las cajas de cambios que son tan exactas y precisas como los relojes suizos, los ingenieros deberán superar un nuevo reto en 2008: tendrán que aguantar hasta cuatro GP.
Las imágenes que transmiten las cámaras que llevan incorporadas los coches durante los Grandes Premios ya no llaman la atención, pero hace veinte años traían de cabeza a los ingenieros. Hoy, en la pantalla, se puede ver a los coches alineados en la parrilla, los pilotos pendientes de las luces del semáforo.
En la salida, los 22 pilotos sueltan el embrague y pulsan una leva situada en el volante a intervalos regulares, con su mano derecha. A cada presión, el monoplaza pasa a una marcha superior. El pie del piloto presiona a fondo el acelerador. Sus manos se mantienen aferradas al volante.
En la primera curva, su mano izquierda ejerce la presión mientras da un rápido toque al acelerador y reduce de marcha. La secuencia se repite varias veces durante la vuelta, hasta 53 veces en Mónaco que es el circuito más exigente en este sentido de la temporada. La caja de cambios semi-automática supuso una auténtica revolución tecnológica cuando se vio por primera vez en el paddock hace ya más de quince años.