Si Damien Hirst puede vender un puñado de mariposas por 2,2 millones de euros, no vemos por qué una obra de arte de verdad iba a costar menos.
Y de la obra de arte que hablamos, es una Ferrari 250 GTO que recientemente fue vendida a un coleccionista, en la increíble suma de 20,9 millones de euros.
La última versión del cavallino rampante mejor paga había sido una 250 GT California Spyder, año 1961, en la suma de 7 millones de euros.