Tenemos que empezar diciendo que los planes de ambas compañías son los siguientes:
Chrysler lanzará en Estados Unidos siete nuevos vehículos; cuatro bajo las marcas del Grupo y tres con las firmas de Fiat y Alfa Romeo. El acuerdo involucra de entrada a dos superminis del segmento A con la misma plataforma. El primero de ellos el Fiat 500, y el segundo sería un hatchback derivado del Fiat Panda, modelo que podría llegar con el emblema de Chrysler o Dodge.
Con algo tan sencillo como esto, Chrysler se aseguraría una reducción importante del consumo medio de su flota, entrando de lleno en los estándares estadounidenses a cumplir a partir de 2011 y sumando de paso a su oferta dos de los vehículos más populares en Europa. El Fiat 500 sería fabricado en Toluca, México, aprovechando el hueco dejado por el PT Cruiser.
Subiendo de escalón al Segmento B, la americana se lleva el Alfa Romeo Mito junto a su plataforma (posiblemente en forma del próximo Grande Punto), adaptable para crear un nuevo crossover compacto para Chrysler.
La tenue estrella de Auburn Hills también podría obtener acceso a los probados motores italianos de 1,4 y 1,8 litros con inyección directa. Ambos propulsores serían fabricados en versiones turbo por la propia Chrysler (posiblemente en su planta de Dundee, Michigan), aunque los ejecutivos del grupo solo estarían interesados en la unidad de 1,4 litros.
Finalizando ya en los modelos más grandes, Chrysler actualizaría las gamas Caliber/Compass y Sebring/Avenger con la nueva arquitectura C-Evo de Fiat, que como tal vez recuerden, formará parte del sustituto del Alfa Romeo 147.
Y por el lado de Fiat, debemos decir que, al hecho de sumar el 35% de las acciones de Chrysler, ganaría acceso a la red de distribución del grupo estadounidense, por no mencionar la posibilidad de distribuir los Dodge Journey y Dakota en América del Sur, donde puede hacer caja a lo loco considerando su importantísima cuota de mercado.
Por si todo esto fuera poco, también recibiría el nuevo motor Phoenix V6 de Chrysler, con consumos teóricamente moderados y unas prestaciones que se anticipan muy respetables.
Si no surgen inconvenientes antes del 31 de marzo, se debería sellar el acuerdo definitivo. Por lo visto, todo se encamina a un final feliz.