Hay dos tipos de personas en el mundo, los que sueñan y los que hacen los sueños realidad. Éste es el lema de la marca española GTA, que con más de 15 años de historia, se ha transformado en fabricante artesanal de coches y ha dado a luz a su primera criatura, el GTA Spano, un escultural deportivo de abrumadora tecnología capaz de igualar o superar a los mejores deportivos del mundo.
Su velocidad máxima supera los 350 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h para la que son suficientes 2,9 segundos.
Su exterior luce imponente. El diseño es obra de Sento Pallardó, jefe de ingenieros de GTA, siempre bajo la atenta batuta de Domingo Ochoa, padre del proyecto.
Llama poderosamente la atención las entradas de aire ocultas a ras de la puerta, la ausencia de los marcos en las ventanas y el techo de cristal que cuenta con una patente mundial por un sistema que regula la entrada de luz al habitáculo.
También, el motor expuesto a la vista desde el exterior, la agresividad del frontal, la solución de diseño del ala trasera completamente integrada en la fluida línea diseñada en el túnel de viento, y todos y cada uno de los mil detalles que dan forma a este superdeportivo que por derecho propia hereda el encanto de antaño de los deportivos Pegaso o los gigantescos Hispano-Suiza.
El interior, realmente luminoso, sigue un diseño anguloso y elegante en la línea de las formas exteriores. Allí solo hay materiales de máxima calidad como el cuero, la fibra de carbono o el titanio que consiguen una atmósfera elegante y futurista.
El cuadro de mandos es una gran pantalla LCD que puede ser configurada al gusto del usuario y que ofrece la más variada información. No tiene espejo retrovisor central y en su lugar hay un monitor que emite lo que ve la cámara trasera, que da paso a un gran angular cuando se trata de realizar maniobras de aproximación.
El interior es amplio para dos personas, hay una par de guanteras para dejar pequeños objetos y en contra de lo esperado tiene una razonable capacidad de baúl, con cien litros en la parte delantera y doscientos en la parte trasera.
En la fabricación de chasis y carrocería es en lo que más se ha desmarcado de la competencia el Spano. En GTA han profundizado en el uso de todo tipo de materiales y soluciones inspiradas incluso en la aeronáutica.
Así, el chasis es de fibra de carbono, titanio y kevlar con un monocasco que pesa en total solo 56 kg consiguiendo cuadruplicar los márgenes de rigidez presentes en otros autos de semejante categoría.
Con todo el equipamiento y listo para rodar, el peso no supera los 1.400 kg de modo que es fácil imaginar lo que ocurre cuando se aplasta a discreción el pedal del acelerador y saltan los 780 CV estándar o los 840 CV que anuncia si recurrimos a Bioetanol.
El motor elegido, un desarrollo particular sobre la base del V10 de un Viper, tiene 8.300 cm3 y está animado por un compresor, todo ello asistido por un dispositivo de control electrónico que permite al conductor elegir entre diferentes programas de uso, restringiendo la entrega de potencia hasta los 450 CV si así lo desea.
El propulsor trabaja en armonía con una caja de cambios de siete relaciones que, a gusto del comprador, puede ser manual secuencial, automática secuencial con levas en el volante, o manual en H, siempre asistida por un exquisito sistema de ABS, control electrónico de la tracción y un dispositivo de frenos de auténtico auto de competición, con cuatro discos carbón-cerámicos de gran tamaño con pinzas AP Racing de seis bombines.