El Ford GT 40 fue un auto que inspiró el desarrollo de varias máquinas de ensueño. El caso del GT 90 fue uno de los más especiales al convertirse en una de las creaciones más espectaculares de la década de los noventa.
La carrocería, hecha con fibra de carbono y vidrio, se destaca por sus líneas triangulares, que le da una vistosidad sin precedentes, aunque siempre destacando su origen al tener su logo de más de cien años en la toma de aire delantera.
Debajo del capot, monta un propulsor V12 con cuatro turbocompresores Garret T2 de 5.927 cc y 48 válvulas en posición central.
Eroga una potencia máxima de 720 CV a 6.600 rpm y un torque máximo de 897 Nm a 4.750 rpm.
Desarrolla una velocidad punta de 376 km/h y su aceleración de 0 a 100 km/h en 3,1 segundos.
La transmisión es manual de cinco velocidades. Su peso es de 1.600 kg.