Su nombre encendió pasiones. A los 28 años lo tenía todo: era el más grande, con 14 victorias y dos títulos mundiales en Formula 1. Pero el patriotismo lo llevo a tirarlo todo por la borda.
Se empeño en construir el primer coche brasileño de Formula 1. En esa aventura dejo todo, su fortuna, su prestigio. Sin embargo, supo ganar la carrera más grande de su vida y renacer de sus propias cenizas para ser el ídolo de Indianapolis.
En 1983, un hombre de treinta y ocho años llamaba la atención en las pistas de karting brasileñas. Su edad contrastaba con la de los niños que, soñando con llegar a ser piloto de Formula 1, iban forjándose en este genero de competiciones.
Se podía pensar que era un pobre hombre que había perdido la razón y buscaba el consuelo de la nostalgia, como si el tiempo se hubiera parado.
No se podía sospechar que, simplemente, había conseguido que cicatrizaran sus heridas y preparaba su retorno a la cima, con la misma ilusión de aquellos jóvenes que soñaban con el salto de la fama.
Tres años antes, el que hasta hacia muy poco muchos aficionados consideraban el mejor piloto del mundo, había abandonado la categoría por la puerta falsa.
Quiso construir su propio coche, el Formula 1 brasileño, y fracaso en el empeño. Los millones de dólares prometidos fueron haciéndose cada vez más escasos, y las ganancias adquiridas en sus anteriores victorias se fueron esfumando.
Su padre, prestigioso comentarista del motor, había hecho sus pinitos en las competiciones de motociclismo. Su hermano mayor Wilson corría el kart y Emerson era su mecánico.
Las victorias hicieron que otros pilotos lo contratasen como preparador, y Fittipalidi tuvo así sus primeros ahorros, que aumento mas tarde con un negocio de venta de volantes de cuero.
Campeón de Brasil de karting, Emerson Fittipaldi decidió lanzarse a la aventura europea. Vendió su negocio de volantes y se compro un viejo Merlyn de Formula Ford.
Las dos primeras carreras fueron un desastre y estuvo a punto de dejarlo, pero la familia decidió apoyarlo y a partir de la tercer carrera contó entre sus actuaciones con varios triunfos.
Colin Chapman, patrón de Lotus, intuyo su valía y le ofreció el volante de un Formula 3. Siete victorias le valieron el titulo británico.
En 1970, Chapman le confío un veterano Lotus 49 para que debutara en el Gran Premio de Gran Bretaña de Formula 1, en Brands Hatch, y dos semanas más tarde en Hockenheim.
En Monza, Fittipaldi destrozo su coche en un accidente. Mientras ayudaba a sus mecánicos a repararlo, Jochen Rindt tuvo otro percance del que no salió vivo.
Lotus decidió renunciar al Gran Premio de Italia, pero Fittipaldi se quedo como primer piloto, a pesar de su corta experiencia y con la obligación moral de brindar el titulo a su malogrado compañero. Lo hizo ganando el Gran Premio de Estados Unidos.
Dos años después, en 1972, Fittipaldi conquisto su primer titulo mundial con Lotus gracias a sus cinco victorias. Un año mas tarde abandono Lotus y se fue a Mclaren, que pegaba mejor. En 1974 logro su segunda corona y en 1975 se inclino por poco ante Niki Lauda.
En 1976 decidió dar un paso más y, junto a su hermano Wilson, decidió montar su propio equipo, Copersucar. La aventura fue un desastre. El patrocinador lo abandonó y los coches pasaron a llamarse Fittipaldi.
Pero ni el ni Keke Rosberg, que mas tarde fue campeón del mundo, consiguieron sacar los coches de las ultimas filas.
Cargado de deudas, liquidó el equipo y ya se lo daba por acabado como piloto. Además, su matrimonio naufragó. Aun le quedaban sus plantaciones de naranjos y su concesión de Mercedes en San Pablo.
Sus victorias en karting le llevaron a pensar que podía volver a la Formula 1, pero solo le ofrecieron un coche muy mediocre, que quizá no hubiera superado ni a sus Fittipaldi. Para colmo, Ayrton Senna comenzaba a acaparar la atención del público.
Fittipaldi no desespero. Ralph Sanchez, organizador de las 300 Millas de Miami, una carrera de sports (prototipos), le ofreció correr con un March en la IMSA, torneo norteamericano de carreras de duración.
Sus éxitos le abrieron el camino de la Formula Indy, donde volvió a ser el más grande.
En Europa, con cuarenta años sos viejo, estas acabado, pero en Estados Unidos esa es la edad idónea de las grandes estrellas. Fittipaldi se enroló en la Formula Indy y conquistó el título en 1985.
En 1988 no se conformó con su segunda corona en la Indy, sino que se impulso en las 500 Millas de Indianapolis. Repitió victoria en la clásica carrera cuatro años después. Apreciado y querido, Emerson Fittipaldi volvió a construirse un patrimonio.
Además de terrateniente, es vendedor de coches de lujo, posee tiendas de ropa, un astillero de lanchas fuera de borda, una marca de cigarrillos y algunos negocios inmobiliarios.
Un grave incidente en Michigan (1996) puso el teórico fin a su carrera. Se fracturo dos vértebras y los médicos le prohibieron volver a correr.
De todas formas sigue en el ambiente: llevo la Formula Indy a Brasil y lleno la categoría de pilotos brasileños.