Los modelos exhibidos por las tres marcas más representativas de EE.UU., tienen mucho en común, más allá de sus estilos y escudos. En todos los casos se trata de reediciones de clásicos históricos, bólidos titánicos de grandes dimensiones y potencia conocidos como muscle cars. En los tres casos sus diseños remiten directamente a las versiones originales montan en el frente colosales V8s.
El primer grande del recorrido es el Camararo que custodia la entrada del stand de Chevrolet. La marca asegura que cuenta con posibilidades de llegar al país, como sucedió con el Corvette. La versión del Salón de Buenos Aires es la más potente, denominada SS, dominada por un V8 de 6.2 litros y más de 400 caballos. No todo es brutalizad aquí ya que cuenta con caja automática-secuencial de 6 velocidades, y sistema AFM (Active Fuel Management), que desconecta cilindros cuando no es necesaria toda la potencia, para ahorrar combustible.
El Camaro SS muestra potencia en todos los rincones, con el frontal en punta y el remate del baúl con alerón integrado, la boca y domo del capot y las llantas de 20” con caucho 245/45 adelante y 275/40 atrás.
Dodge sorprendió en su stand con el Challenger, remake en clave moderna del clásico muscle car que comenzó su vida en los 70s. En esta reencarnación monta un V8 HEMI de 5.7 litros y 372 caballos, que se descargan por eje posterior vía una caja automática-secuencial de 5 relaciones. Este Dodge hace foco en el confort y seguridad con tapizado de cuero, y gran dotación incluyendo encendido a distancia, control de estabilidad, y 6 airbags.
El Ford Mustang marca la cúspide de potencia. Presentado en versión Shelby GT500, su V8 de 5.4 litros con turbo ostenta 550 caballos que son digeridos por una caja manual de 6 relaciones antes de azotar el asfalto por los neumáticos traseros. Además, es el único cabrio del los muscle cars presentados en el Salón de Buenos Aires, permitiendo observar su interior de líneas retro totalmente revestido en cuero.