El Mazda MX-5 es todo un icono de la industria automotriz global, aunque apenas cuenta con 25 años en el mercado se ha ganado un lugar en ese salón de la fama reservado solo para leyendas como el Ford Mustang o el Porsche. Aunque esta última iteración fue desarrollada desde cero y no comparte un solo componente con su predecesor, como buen MX-5 preceptos como: el reducido peso, potencia moderada, tracción posterior, motor frontal y techo removible definen a este modelo y por lo tanto son imposibles de cambiar.
Antes de entrar a detalles con respecto de esta nueva generación cuyo nombre código es ND, es importante mencionar algunos puntos que hacen del Mazda MX-5 un vehículo tan relevante no solo para la marca, sino para el mercado en general. Este vehículo le probó al resto de los fabricantes que era posible fabricar un roadster divertido, atractivo y accesible y además hacer dinero, cosa que sigue reafirmando con cada nueva generación.
La cuarta generación, una revolución
Aun cuando ya hablamos anteriormente de que en el MX-5 hay aspectos importantes que lo definen y por lo tanto no pueden cambiar, la nueva generación representa un salto hacia delante de tal magnitud que no podemos hablar de una evolución, sino más bien una revolución.
La atención en los detalles, astucia y dedicación con los que fue creado rayan lo obsesivo, es un auto concebido por entusiastas y para entusiastas. Al inicio del programa de desarrollo los ingenieros se pusieron el objetivo de acercarse más al modelo original, es decir menor peso y tamaño, pero también menos potencia. Así el nuevo Mazda MX-5 es casi 100 kilos más ligero que su predecesor, más bajo y marginalmente más pequeño. Al final la masa es ligeramente superior a la tonelada, casi igual que el MX-5 original cuando incorporó los airbags.
Cuando me refiero en obsesión con los detalles, estoy hablando de soluciones como optar luces frontales de LEDs para poder reducir el voladizo frontal o emplear una estructura de aluminio para el paragolpes delantero en aras de disminuir la inercia que supone mover esa misma estructura fabricada en acero.
Y ya que tocamos el punto del aluminio, mientras que en el modelo anterior solo el capot y la tapa del baúl estaban fabricados en ese material, ahora gran parte de los elementos del chasis son de ese metal ligero.
La posición de manejo también es un tema crítico en este auto, la idea es que el conductor se siente en una línea recta perfecta con el volante y los pedales, mientras que debe estar lo más al centro posible del vehículo. Esto último obligó a modificar el túnel central y hacerlo más delgado, lo que impactó en el reposicionamiento de cardán y demás componentes que pasan por ahí. El resultado es que la visibilidad fue mejorada y al sentarse más cerca del centro, el conductor experimenta menos el balanceo de la carrocería.
Características técnicas y mecánicas
Bajo el capot encontramos el cuatro cilindros de 2.0 litros Skyactiv utilizado en modelos más “comunes” como los Mazda3 y CX-3, solo que aquí la puesta a punto es muy distinta para subir más fácil de vueltas y entregar de mejor manera la potencia sin poner tanto foco en el consumo (aunque no es un punto negativo del MX-5).
La potencia es de 155 CV y la caja manual de seis cambios. La suspensión es de doble horquilla adelante y multibrazo de 5 elementos atrás, la dirección cuenta con asistencia eléctrica, los frenos con ABS, ESP y DSC y hay airbags frontales y laterales.
Diseño
Este nuevo MX-5, al igual que el resto de la gama adopta ahora el lenguaje de diseño Kodo y esto también representa un tipping point para el modelo ya que se separa mucho en términos estéticos de sus predecesores. Aun así, las proporciones clásicas de roadster están presentes, por lo que el resultado es simplemente espectacular, sin importar el ángulo desde donde se lo mire.
En el interior presenta formas y superficies que ya conocemos en otros modelos de la marca; sin embargo, aquí todo fue reducido para acomodarse en un área mucho menor. El cluster de instrumentos presenta tres círculos, siendo el central el más grande y que despliega el cuenta revoluciones.
Encontramos también la pantalla táctil en la parte central superior del tablero que muestra la información relativa al navegador, audio y teléfono que se puede manipular mediante el comando ubicado en la consola central.
Los materiales y calidad de ensamble son de primer nivel, con pespuntes en color rojo en asientos, palanca de cambios, etc. Se pueden ver algunos elementos también en ese rojo característico de la marca en las salidas de aire y asientos, lo que le confiere un aspecto muy agradable.
Comportamiento dinámico
Tras el volante, el MX-5 es una experiencia sublime, la suavidad de suspensión queda justificada de forma instantánea ya que es cómodo en ciudad o caminos en mal estado y sin embargo gracias a la sofisticada geometría se planta con control absoluto al momento de exigirle un poco más.
El balance es perfecto (50:50 de hecho), por lo que es un vehículo sumamente predecible y noble, se planta perfectamente y enlaza una curva tras otra con una perfección que solo podemos encontrar en modelos mucho más costosos como el Porsche Boxster.
Una vez llegando a los caminos sinuosos disfrutamos del nivel de obra maestra que es el nuevo Mazda MX-5, la dirección es rápida y nos deja saber lo que sucede con las ruedas frontales, la transmisión es suave y engrana con total precisión.
Es tan comunicativo que podemos divertirnos mucho dentro de los límites de velocidad permitidos, 155 CV parecen pocos, de hecho para estándares actuales lo son, sin embargo, aquí no se percibe falta de potencia en ningún momento. El motor responde con cualquier insinuación del pedal y nos deja sentir que siempre hay torque disponible acompañándolo además de una agradable nota ronca.
Conclusiones
El nuevo Mazda MX-5 es un gran logro en todos los aspectos, una ejecución verdaderamente brillante que demuestra ese compromiso de la firma de Hiroshima por la diversión y el buen manejo. También es un manifiesto de cómo es posible ofrecer un excelente producto sin demandar enormes sumas de dinero por él (al menos comparado con vehículos más grandes y poderosos), apostando por el ingenio, pasión y mucha creatividad. Cosas que otras marcas tienden a compensar poniendo más y más potencia. En su contexto, el MX-5 es a Porsche, lo que el Porsche 911 es a Ferrari, ese coche que jamás podrá fabricar por el mismo precio.