La calificación ya nos lo anticipaba, la edición número 84 de las 24 Horas de Le Mans sería una de las más emocionantes y cardíacas de la historia, los dos Porsche 919 Hybrid largaban en la primera fila, seguidos de los Toyota TS050 Hybrid, mientras que los dos Audi R18 arrancaban en la tercera posición con una diferencia de tres segundos entre los seis autos.
Previo al inicio tuve la oportunidad de caminar por los pits y la pista mientras cada uno de los autos tomaba su sitio, noté que todos llevaban neumáticos para lluvia, aunque el sol en ese momento caía a plomo y el ambiente no podía ser más festivo. Además de tener a los extraordinarios LMP1 respaldados por fabricantes de la talla de Porsche, Toyota y Audi, la icónica justa automovilística (la más demandante del mundo), contaba con el regreso de Ford con el nuevo GT que además lo hacía por la puerta grande, con cuatro autos, todos pintados en Azul y Rojo, el auto más bonito de todos los que se dieron cita sin lugar a duda. En la atiborrada LMP2, estaba la resucitada marca de deportivos y filial de Renault, Alpine, que por cierto corrían con un motor tomado de la alianza firmado por Nissan.
Se acercaban las 3 de la tarde en el Circuito de La Sarthe y como si de alguna magia extraña se tratara que justificaba la elección de neumáticos, se nubló y justo unos minutos antes de iniciar empezó a llover a cántaros. Así llegó el arranque comandado por el safety car cuya presencia en la punta se prolongó por casi una hora ante la rechifla de los 263.500 asistentes.
Cuando el Safety Car, (un Audi R8 de segunda generación) por fin dejó la pista, nuevamente como por arte de magia dejó de llover y el Porsche 919 Hybrid recibió la señal para avanzar a full, dando inicio a uno de los eventos deportivos más impresionantes que existen.
Los Toyota TS050 Hybrid, (que para este año cambiaron por completo de planteamiento mecánico) rápidamente se fueron adelante, abandonaron el motor V8 y los capacitores, en favor de un V6 Turbo y una batería de iones de litio con mayor densidad energética, esta decisión definitivamente fue acertada, los autos nipones resultaron más rápidos y consumían menos combustible que sus rivales. Al pasar de las horas, los Audi R18 se fueron hacia atrás, era claro que este no era su año y en poco tiempo ya tenían varias vueltas de desventaja, el peor de ellos debido a la necesidad de reemplazar un turbo que le hizo pasar buena parte del inicio de la carrera en los pits.
Durante varias horas fue una carrera de cuatro vehículos, los Toyota y Porsche parecían volar en el circuito, con tiempos por rondando siempre los 3 minutos y 25 segundos por vuelta, sobrepasando con una facilidad sorprendente a los autos de las demás categorías. Increíblemente los 4 primeros rodaron a fondo y en la misma vuelta por buena parte del tiempo, hasta que el Porsche #1 de Webber y compañía tuvo un problema, entró a reparaciones y se fue varios giros atrás.
A partir de ese momento y prácticamente hasta bien entrado el mediodía del domingo, se convirtió en la carrera de Toyota, el auto #6 de Kobayashi y equipo lideraba con absoluta autoridad, pero un descuido por parte del ex-fórmula 1 y las cosas cambiaron, el Toyota #5 heredó el liderato, mismo que conservó perfectamente durante el resto de la carrera.
O eso creímos todos, en el equipo de Toyota todos festejaban (para ser más preciso, festejábamos), durante las últimas dos horas el TS050 Hybrid de Nakajima mantuvo al Porsche 919 Hybrid #2 de Neel Jani a raya y con 30 segundos de ventaja, hasta que 10 minutos antes, el auto teutón entró a pits a cambiar neumáticos y la ventaja se amplió a más de 1 minuto. Salieron las banderas de Toyota por doquier y el ambiente ya era de fiesta. Sin embargo hay un dicho en Le Mans que reza; para ganar primero hay que terminar y no existen palabras que describan mejor los últimos minutos de esta carrera, ya que faltando un par de vueltas, el Toyota #5 de Nakajima se mostró lento en la mega recta Mulsanne, era evidente que algo no andaba bien, pero parecía que tanto auto como piloto se las arreglarían para ganar sin problemas, al fin, tenían minuto y medio de ventaja.
3 minutos antes del final y justo al entrar a la zona de la grada principal, ahí donde están los pits, el Toyota #5 se detuvo por completo, algo estaba muy mal y por lo menos hasta el momento en que escribí esto, el único comunicado oficial sobre la razón fue que el auto perdió potencia. Mientras tanto, en el foso de Porsche el júbilo era inconmensurable, se abrazaban unos a otros, tanto que unos incluso cayeron al piso, para los que estábamos contagiados con la romántica idea de que David vencería a Goliat, que Toyota, luego de 30 años de participar y cuatro segundos lugares, uno de ellos casi igual de agónico como este por fin se convertiría en el segundo fabricante japonés en triunfar en Le Mans, tal festejo se convirtió en una celebración poco deportiva e incluso de mal gusto.
Como sea, el Porsche 919 Hybrid #2 era el menos culpable, el auto alemán hizo una carrera virtualmente perfecta, sin errores, jamás dejó que los Toyota que repito, no solo eran más rápidos, sino también más eficientes (hacían una vuelta más que sus rivales por stint) se le despegaran demasiado y nunca dejó de buscar la victoria. Tanto así que en un golpe de suerte o un premio a su confiabilidad y constancia, como se le quiera ver, se la encontró a tres minutos del final.
El Toyota #5 de Nakajima tuvo una falla tan grave que aunque intentó completar la última vuelta y hacer el 2-3 para la marca, lo hizo en un tiempo superior a los 6 minutos, lo que de acuerdo al reglamento automáticamente lo descalificaba. Ni siquiera pudo reclamar el tercer sitio, aun cuando venía varias vueltas por delante del Audi R18 #8.
Lo anterior dejó el resultado de la siguiente forma:
1er lugar: Porsche 919 Hybrid #2
2do lugar: Toyota TS050 Hybrid #6
3er lugar: Audi R18 #8
De esta manera, sorpresiva tanto para propios como extraños, Porsche conquistó una vez más las 24 Horas de Le Mans, su victoria número 18. Días antes de la carrera, cuando llegamos a Francia pronostiqué con la gente de Toyota que el resultado sería: Porsche, Toyota, Toyota en ese orden, luego de ver el desempeño del coche y el increíble esfuerzo de todos en el equipo nipón, estuve cerca de atinarle y me gustaría haberme equivocado. A lo largo de las 23 horas y 57 minutos que el TS050 Hybrid lider me conquistó, quería ver como la todopoderosa Porsche se daba cuenta con el resultado final, lo que quedó demostrado en la pista durante toda la carrera, o casi, y es que no es otra cosa que su auto esta vez no era el mejor.
También creo que le habría venido bien al WEC y a las 24 horas que ganara el Toyota, pero no se trata de justicia, sino de hacer más distancia en todo un día de carrera y eso, lo consiguió el Porsche. No puedo esperar a las 6 horas de México para ver nuevamente a estos LMP1 que en una carrera darán mejor espectáculo que lo que han dado las últimas 5 temporadas de la Fórmula 1 juntas.
Por su parte, en los LMP2, Alpine triunfó sin problemas, mientras que la otra categoría que también recibió gran parte de la atención nos trasladó por momentos a aquel momento en la segunda mitad de los sesentas cuando Ford vino a La Sarthe a interrumpir una racha de 6 victorias de Ferrari, luego de que Henry Ford hiciera una rabieta porque Enzo Ferrari no accedió a venderle su adorada marca. Ahora, en 2016, el Ford GT regresó a Le Mans para superar al Ferrari 488 GTB en lo que también fue una extraordinaria carrera.