En los últimos años, fuimos testigos de una gran evolución en las tecnologías relacionadas a la seguridad de los autos. Es tal el avance, que trabajando en conjunto permiten que un vehículo sea capaz de avanzar y frenarse automáticamente, o bien cambiar de carril y estacionarse sin la necesidad de que el conductor toque el volante.
Para lograr que los vehículos detecten todo lo que hay a su alrededor y sean capaces de activar estos sistemas, es necesario que estén equipados de una serie de cámaras y radares. Por extraño que parezca, utilizan los mismos principios de visión, posición y orientación de un águila o un murciélago, por ejemplo.
Para entender de una manera específica como trabajan estos componentes vitales en los sistemas de seguridad de los autos y vitales en un vehículo autónomo, presentamos una descripción de cada uno.
Sensores Lidar
Este sensor se basa en un principio de ecolocalización, similar al sonar biológico de los delfines y murciélagos para encontrar su camino en la oscuridad. Partiendo de esta capacidad, los sistemas Lidar utilizan ráfagas de luz láser, cada una de las cuales dura una "milmillonésima" parte de un segundo, equivalente a las ondas de sonido de los animales.
En comparación con otros sensores, los sistemas Lidar producen resultados extremadamente precisos en rangos muy largos. Asimismo, los sensores láser pueden detectar objetos, tanto inmóviles como en movimiento, a distancias de hasta 300 metros.
Sensores Radar
Funcionan utilizando el mismo principio básico que el de los Lidar, aunque utilizando radiación electromagnética en longitudes de onda considerablemente más largas. Tienen una resolución más baja que los sistemas Lidar, pero funcionan por sí solos en condiciones meteorológicas adversas. Así, mientras la niebla o la lluvia fuerte ciegan a un sistema óptico, las ondas de radar son capaces de atravesar las gotas de lluvia.
Cámaras
Las cámaras también forma parte de este listado. Aunque los sistemas de cámaras de los vehículos no igualan la agudeza visual de las aves de rapiña, si son capaces de detectar obstáculos en primer plano durante el manejo en ruta. Comparado con el mundo animal, un vehículo equipado con todos estos sistemas tiene una visión general de 360º, superior al camaleón (342º).
Junto a esta capacidad de obtener información del entorno, es necesaria procesarla de una forma efectiva por medio de un software capaz de procesar y analizar los flujos entrantes de datos. Debido a que la demanda de potencia de procesamiento aumenta paralelamente a la creciente cantidad de datos recopilados por sensores cada vez más sofisticados, las unidades de control electrónico son básicamente el cerebro del vehículo. Así los autos pueden reaccionar ante la aparición repentina de un obstáculo en el medio del camino en fracción de segundos.
Visión panorámica perfecta
Dependiendo de la velocidad del vehículo, los sistemas de radar frontales empleados en los sistemas activos de control de crucero, por ejemplo, tienen un alcance de hasta 200 metros. Pueden detectar la posición y la velocidad del vehículo en frente, así como los vehículos que se aproximan. Para fines de asistencia de cambio de carril, también se emplea un un sensor de radar lateral con un campo de visión de hasta 150º.
Se utilizan en muchas soluciones de asistencia al conductor, como en maniobras de reversa o para el mantenimiento de carril. Con un alcance de hasta 250 metros, estos “ojos” son capaces de detectar el movimiento con mucha más precisión que los sensores de radar.
Aunque los sistemas Lidar son muy costosos, su largo alcance y alta resolución lograron vencer a otras tecnologías. Si bien tienen la capacidad de detectar peatones, la lluvia y la niebla tienen un impacto significativo en su agudeza visual.
Trabajando en conjunto, estas tecnologías aseguran que el vehículo tenga una percepción completa del entorno que lo rodea en todo momento. Asimismo, los beneficios de los diferentes sistemas se complementan mutuamente, siendo esencial para el éxito de la conducción autónoma.