Así como el hatchback presentado en Nueva York hacia principios de año, era obvio que Toyota iba a lanzar una versión sedán de su modelo más exitoso, el Corolla.
Lo entretenido de este lanzamiento es que se realizó de una para todos sus mercados principales, incluyendo China, donde se comercializará con el apellido Levin, y en Europa, donde el caballo de batalla será el modelo hibrido. Entre el modelo americano y los modelos que cruzan el charco hay diferencias menores, más que nada con respecto a los colores del interior y el tratamiento estético que reciben en la parte frontal y en los grupos ópticos traseros.
En el caso del modelo estadounidense, vemos que mantiene los mismos faros del hatchback, incluyendo la triple firma LED, pero en lugar de tener la insignia de Toyota en el bigote superior, la tiene en la moldura que queda entre esta zona y el cofre. Tal cual como ha sido la tendencia de Toyota con sus autos de pasajeros, predomina una gran boca que se ensancha en la parte inferior, acompañada de dos aberturas menores. Todas estas zonas dan la impresión de ser grandes tomas de aire, cuando en realidad son más bien cosméticas. Un discreto spoiler remata en la parte inferior, configurando un look muy agresivo, quizás demasiado para el perfil del auto.
En la parte de atrás, nos encontramos con una zaga bien resuelta, luces alargadas y con mayores pliegues. Abajo, aparece una salida doble de escape y un difusor del color de la carrocería. Aunque claro, también aparece en la imagen la insignia XSE, lo que significa que modelos más básicos serán más sobrios.
De dimensiones, el Corolla Sedán presenta 4.640 mm de largo, 1.780 mm de ancho y 1.435 mm de alto, con una distancia entre ejes de 2.700 mm, que se mantiene idéntica a la de su predecesor. Al ser más ancho, el habitáculo es claramente más espacioso. Todas estas ganancias son parte de la estructura principal del Corolla, que abandona la vieja conocida para entrar en la nueva etapa de plataformas modulares, en este caso, la TNGA de Toyota (que ya utilizan Prius y Camry), la que, como principal novedad, permite que el Corolla gane una suspensión trasera multi-link, que como sabemos, es mucho más confortable y refinada.
El interior, es el mismo que el del hatchback y esto es algo muy bueno, ya que los cambios son profundos, incluyendo amplias mejoras en materiales y un aspecto más sobrio y minimalista, con una zona central donde se reúne la pantalla del sistema multimedia (de 7" y 8", según versión), las salidas de aire y los botones del climatizador.
En cuanto a la mecánica, lamentablemente, aun no hay un salto hacia un propulsor Turbo de menor cilindrada y, de hecho, sorprende la decisión de mantener la planta 1.8 del modelo anterior para las versiones más básicas, con un nuevo motor de 2.0 L Dynamic-Force con Dual VVT-i, alta compresión (13:1) e inyección doble, 169 CV y 210 NM de torque para las versiones más altas. Los modelos 1.8 se asociarán a la transmisión CVT más antigua, mientras que los modelos con motor de 2.0 L podrán acceder a una nueva CVT y a una inédita transmisión manual de sexta con sistema Rev-Match para un manejo más deportivo, pero que no necesite tanta danza entre los pedales para acomodar las revoluciones del motor.
En resumen, el nuevo Corolla es sin dudas un auto muchísimo mejor que el anterior, más dinámico, más entretenido y altamente más refinado. Solamente nos apena la falta de propulsores más modernos, pero bueno, Toyota sabe cuál es su público.