Aunque han pasado cien años del debut del Bugatti Type 35, sigue siendo uno de los autos de competición más exitosos, no solamente de la marca francesa, sino del automovilismo en general. Este reconocimiento viene de haber obtenido más de 2.000 (sí, dos mil) victorias entre 1924 y 1930. Lo mejor es que su performance no tenía sectretos, solamente estaba basada en la ligereza, el poder y la rapidez. Y es que en esa época, no había nada de ayudas tecnológicas que permitieran un mejor desempeño.
Opus magna
Este Bugatti no era solo un auto de competición. Fue una obra maestra técnica: por primera vez en la historia, el fundador de la compañía, Ettore Bugatti, utilizó un cigüeñal con dos rodamientos de rodillos y tres rodamientos esféricos, una solución que todavía se considera una hazaña de ingeniería al día de hoy. Podía funcionar a velocidades de hasta 6.000 rpm para impulsar los ocho pistones en el motor, que comenzó con una capacidad de 2.0 L.
En ese momento, era uno de los únicos autos capaces de alcanzar tal poder. Gracias a otros cambios, como el uso de dos carburadores en lugar de uno, la potencia del auto aumentó a alrededor de 95 CV. Por medio de esta potencia, las primeras versiones del Type 35 podían alcanzar velocidades de más de 190 km/h.
A la par existía un modelo básico, el 35A, que por medio de un motor ocho cilindros de 2.0 L ofrecía 75 CV. En su última versión, el Type 35 B (que tenía un motor y compresor de ocho cilindros y 2.3 L) entregaba 140 CV y su velocidad máxima superó los 215 km/h.
A principios de la década de 1920, Ettore Bugatti se había dado cuenta de que, aunque exista una gran cantidad de potencia, tenía poco efecto en un automóvil pesado. Es por eso que persiguió implacablemente la construcción liviana y la mejor capacidad de manejo posible en sus autos. Así fue el primero en desarrollar ruedas especiales de marcha suave para reducir las masas no suspendidas y, como resultado, mejorar la respuesta de la suspensión. Empleando el aluminio como materia prima, fueron fabricadas llantas de ocho radios planos tipo cinta, neumáticos desmontables y un tambor de freno integral, toda una innovación para la época.
Eje delantero ligero
Otras innovaciones de este auto de carreras fue el eje delantero. Bugatti desarrolló un eje forjado y hueco con extremos sellados. Con un peso de alrededor de 10 kg, el eje era increíblemente ligero pero a la vez estable. Igualmente, las masas no suspendidas se redujeron aún más y el Type 35 fue capaz de tomar curvas a velocidades más altas. Con estas soluciones, el auto de carreras estaba listo para competir pesando alrededor de 750 kg. Bugatti diseñó todos los modelos como vehículos de competición, pero también montó alas e iluminación a pedido del cliente para que fueran aptos para circular en calles.
Luego vino el diseño. Similar a una escultura, al igual que el vehículo en su conjunto, la carrocería elegante y bien proporcionada, fue hecha de una aleación especial de desarrollo propio. Gracias al radiador más ancho (el primer radiador que tenía un fondo plano), el Type 35 tenía una presencia superior.
Aun con todo esto, la primera carrera del nuevo Type 35 no fue particularmente exitosa. A fines de julio de 1924, Bugatti ingresó cinco Type 35 en el Gran Premio de Francia en Lyon. A pesar de registrar las vueltas más rápidas durante el entrenamiento, los autos fueron derrotados por sus competidores en la carrera misma.
Más tarde, se descubrió que no se debía culpar a los motores ni a los mecánicos por el mal resultado, sino a los neumáticos: no se habían vulcanizado correctamente y no podían soportar las altas velocidades. En la próxima carrera en San Sebastián, el Type 35 logró terminar en segundo lugar, marcando el inicio de una historia increíble.
Con la adición de un sobrealimentador, en 1926, la potencia del Type 35 aumentó a un máximo de 140 CV. Como resultado, el auto de carreras no solo era ligero y ágil, sino también increíblemente poderoso. Para asegurarse de que el nuevo elemento encajara con la estética general del compartimiento del motor, Bugatti lo diseñó especialmente. Sin duda, Ettore Bugatti ya era muy consciente de esto hace un siglo.
Esta nueva característica también tuvo un impacto positivo en el éxito del auto. Por ejemplo, la variante sobrealimentada, el Type 35 C, y sus derivados, el Type 35 T y el Type 35 B, ganaron innumerables carreras de Grandes Premios hasta 1930, así como el título no oficial del Campeonato del Mundo en 1926 y cinco victorias consecutivas en la carrera de por carretera más famosa, la Targa Florio. Conductores de renombre como Alberto Divo, Tazio Nuvolari, Louis Chiron y Williams se pusieron al volante del Type 35. Incluso pilotos de carreras como Hellé Nice y Eliska Junkova eligieron manejarlo.
En total, Bugatti construyó 340 unidades del Type 35, aunque las cifras de producción exactas ya no están claras. Para 1931, el Type 35 fue reemplazado por su sucesor, el Type 54. Una gran cantidad de vehículos se usaron en carreras y se modificaron o convirtieron durante muchos años, por lo que muy pocos permanecen intactos hoy en día.
Por todo esto, los pocos propietarios selectos de un Type 35 pueden considerarse afortunados. Como dijo Ettore Bugatti, el Type 35 "fue el padre fundador de una familia de caballos de carrera pura sangre de Molsheim".