Como todos los años, en esta época la ciudad de la luz y del amor se convierte en un centro de peregrinación donde acuden los amantes de los automóviles antiguos. El Salón Rétromobile abrió sus puertas, en el París Expo Porte de Versailles, la misma locación que se utiliza para el Mondial de L’Automobile, más conocido como el Salón del Automóvil de París.
El año pasado Citroën tiró la casa por la ventana, montando un enorme stand en el que desplegó todos sus modelos históricos, con motivo de la celebración de su primer siglo de existencia; por supuesto que no esperábamos menos de los orgullosos galos. Y en esta edición el fabricante local no ha bajado la guardia, honrando la muestra con la presencia de dos de sus más celebres creaciones, el hatchback GS y el Gran Turismo SM, cotizadas unidades que cumplen cincuenta años desde su aparición en sociedad.
Retrocedamos en el tiempo y recordemos la génesis de estos automóviles, uno de ellos concebido para atender a un público generalista y el otro para cautivar a los amantes del alto performance… sin problemas de dinero por supuesto.
Citroën GS, el heredero del DS
La firma del Doble Chevrón le ha atinado varias veces con sus modelos, pero algunos de ellos por una extraña razón no están entre los más recordados, pese a haber sido populares, confiables, avanzados y con buenos índices de ventas. Este es el caso del GS, fastback cinco puertas con tres ventanillas laterales y carrocería autoportante, que en su primera serie consideraba una planta motriz bóxer de cuatro cilindros, con 1.015 cc y enfriada por aire que producía 55 CV.
El debut oficial de este modelo se produjo en 1970, en el Salón del Automóvil de París, siendo elegido European Car of the Year en ese mismo periodo. Entre sus mayores aportes se cuenta que puso al alcance de un comprador menos pudiente un sistema de suspensión hidroneumática que se adaptaba en función al peso que debía soportar, ventaja que por supuesto aumentaba el aplomo en ruta y la suavidad de marcha en las vías urbanas.
En 1972, considerando que las ventas del GS iban muy bien, se tomó la decisión de agregar una variante equipada con un motor más potente, el GS 1220, pero el resultado de ese nuevo impulsor de 1.222 cc no fue el esperado porque de él solo se obtenían 60 caballos, cinco más que en la primera serie, y la velocidad máxima aumentó hasta 151 km/h… 3 km/h más que el GS de un litro.
Pero las ideas no terminaron ahí, porque también se agregó la carrocería Break, una transmisión automática denominada C-Matic, y como si fuera poco un variante animada por un motor Wankel de dos rotores, ejemplar que se ha transformado en el sueño imposible de muchos coleccionistas en el mundo, quienes anhelan encontrar alguna de esas 847 unidades que se fabricaron entre 1973 y 1975. El GS y su remozada versión GSA estuvieron vigentes hasta 1987, y en ese tiempo más de 2,5 millones de unidades salieron a las calles del mundo… por supuesto que se merece el título de celebridad.
Citroën SM, un corazón italiano
El segundo festejado en la muestra Rétromobile nació un poco después que el GS, pero también 1970. Su historia comenzó a escribirse en 1967 cuando Citroën se hallaba bajo los dictámenes de la Sociedad Michelin, empresa que dentro de su plan de expansión consideró tomar el control absoluto de la fábrica Maserati en Módena, para lo cual la casa francesa firmó un acuerdo de colaboración con Fiat; todo esto se concretó en 1968.
Y así de un momento a otro Citroën pasó a formar parte del cuarto grupo automotriz más grande del mundo, con capacidad para producir 2.000.000 de vehículos al año, selecto club que en la década de los sesenta lideraba General Motors.
Por fin Citroën contaba con los medios económicos y tecnológicos para crear un ejemplar que apuntara hacia un comprador más exigente, en lo referido a performance claro está. Los ingenieros tomaron la plataforma de un DS, la modificaron en su longitud y la adecuaron para sostener una carrocería tipo coupé, y por supuesto que le solicitaron a Maserati uno de sus potentes motores.
La casa del tridente sacó del anaquel una planta 2.7 litros V6 de la que brotaban 170 CV, bloque que estaba asociado a una caja manual de cinco marchas sincronizadas. Se podría haber optado por un motor más poderoso, porque Maserati lo tenía, pero los responsables del proyecto prefirieron moverse dentro de un rango acotado de caballos para evitar impuestos innecesarios, ya que la legislación francesa “castigaba” económicamente a los ejemplares de alto performance; el bloque original era un V8 que se adaptó a formato V6.
Y así debutó el flamante Citroën SM, en la edición de 1970 del Salón de París, aunque según los registros de la época la impaciencia de los contadores lo obligó a debutar tímidamente en el Salón de Ginebra, develación que no tuvo mayor efecto. El diseño del SM tomaba lo mejor del DS, su depurada aerodinámica por supuesto, en tanto que la suspensión hidroneumática se encargaba de aumentar el aplomo cuando este imponente Gran Turismo de tonelada y media se movía a 230 km/h. El fluido viscoso de color verde que era la sangre de la suspensión, servía para darle vida a los faros frontales (móviles), a la dirección y a los frenos.
La configuración técnica era bastante atípica, porque el bloque motriz estaba ubicado de modo central-delantero, la caja de velocidades estaba por delante del motor y la tracción era delantera… pero era un esquema muy adecuado para el manejo deportivo.
En 1972 el SM ganó 5 caballos mediante el uso de un sistema de inyección D-Jetronic desarrollo por Bosch, el que lamentablemente presentaba algunas fugas y los resultantes incendios, y ese mismo año el carrocero Chapron presentó una elegante versión Limousine descapotable de cuatro puertas.
La crisis del petróleo, ocurrida en 1973, afectó el futuro de este deportivo ítalo-francés, pero al final de cuentas fueron sus recurrentes fallas las que terminaron por sacarlo de circulación en 1975, justo en el año en que Peugeot se hizo de Citroën; de esta aerodinámica creación del diseñador Robert Opron se produjeron 12.290 unidades.