Queda claro que los vehículos eléctricos resolverán el problema de la contaminación del aire y la dependencia del petróleo. Sin embargo, se generarán otros inconvenientes. Además de la controvertida extracción de litio para las baterías, la cantidad de electricidad para recargar a los autos generará un problema que habrá que resolver.
Si bien el escenario ideal es que los eléctricos se carguen utilizando energía solar, la realidad es que es un objetivo difícil de cumplir, y que indefectiblemente llevará a que las empresas que proveen de electricidad a la sociedad cuenten con demasiada demanda de energía.
La realidad es que los autos eléctricos consumen demasiada electricidad. Por ejemplo, una batería de 88 kWh que logra una autonomía de 500 kilómetros podría alimentar una casa de tamaño mediano durante varios días, dependiendo de la época del año y otras variables. Por su parte, un solo cargador rápido de CC comercial, del tipo que usa 400-800 volts y que es capaz de cargar un vehículo en 20-40 minutos, puede consumir tanta energía como 50 viviendas. Por lo tanto, la electricidad se va a volver tan preciada como actualmente lo es el petróleo.
Para evitar que el sistema colapse, la clave será que los dueños de los vehículos eléctricos realicen la mayor parte de su carga por la noche, cuando disminyue la demanda de electricidad general, medida que incluso se está impulsando en los países más avanzados en la materia. Además, toda esta situación probablemente tenga como resultado el aumento del costo de la electricidad.