Según una investigación realizada por The New York Times, se asegura que el cuero utilizado en los interiores de los vehículos producidos por fabricantes de automóviles está relacionado con la deforestación ilegal de un área protegida de tierra dentro de la selva amazónica brasileña.
El informe se basa en una investigación llevada a cabo por periodistas del medio estadounidense, donde los mismos presenciaron un acuerdo entre el dueño de un rancho construido en un terreno que fue deforestado ilegalmente, quien vendió 72 cabezas de ganado a un intermediario para ocultar su origen, siendo esta una de las tantas maniobras que suceden a diario.
The New York Times informó que también entrevistó a ganaderos, comerciantes, fiscales y reguladores en Brasil y determinó que el ganado criado ilegalmente finalmente se vendió a los tres productores de carne más grandes de ese país. Uno de ellos es JBS, que se jacta de ser el procesador de cuero más grande del mundo. Una auditoría liderada por fiscales el mes pasado descubrió que el 32% de las compras que realizó entre 2018 y 2019 en el estado de Pará, hogar de la segunda manada de ganado más grande de la Amazonía, provenían de granjas que violaron los compromisos asumidos para prevenir la deforestación ilegal.
Cómo sigue la cadena
Los incendios forestales en el Amazonas fueron tan gigantescos que captaron la atención de la comunidad internacional.
A partir de ahí, la investigación vinculó los cueros obtenidos de ganadería en terreno ilegal con las fábricas dirigidas por Lear, un importante fabricante de butacas que abastece a fábricas de automóviles en todo Estados Unidos. En 2018, la compañía dijo que obtenía alrededor del 70% de sus cueros en bruto de Brasil, pero el cuero del país también se ha relacionado con la industria automotriz, de moda y de muebles en Italia, Vietnam y China, entre otras.
Si bien la mayoría de las marcas mencionadas en el artículo dicen que han implementado pasos para monitorear el cumplimiento de los proveedores, la mayoría admite que no tienen supervisión sobre dónde sus proveedores obtienen sus materiales, lo que dificulta el monitoreo integral de la cadena de suministro.
La investigación apunta a cómo los hábitos de consumo de las naciones ricas y la falta de minuciosidad en la supervisión de algunas automotrices de sus cadenas de suministro están acelerando la degradación ambiental, algo que se puede llevar a cabo co el visto bueno de algunos Estados.