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EE.UU. posterga los impuestos a los autos mexicanos y canadienses

El gobierno de Donald Trump había tomado una decisión, pero escucharon el pedido de Ford, GM y Stellantis.

EE.UU. posterga los impuestos a los autos mexicanos y canadienses

Hace unos días, el gobierno de Estados Unidos, bajo el mando de Donald Trump, confirmó que impondría aranceles de 25% sobre los vehículos que se fabriquen en México, pero finalmente, la medida se postergó, gracias a un pedido realizado por las tres Grandes Marcas de Detroit (Ford, GM y Stellantis).

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informó que el mandatario le dijo a las automotrices que "deberían ponerse en marcha, comenzar a invertir, a moverse, y trasladar la producción a los Estados Unidos, donde no pagarán aranceles".

Los vehículos que estarán exentos, por el momento, serán los que cumplan con las reglas de integración regional de componentes, como está escrito en el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).

Según los expertos, la aplicación de aranceles de 25% sobre los vehículos importados desde México y Canadá, generará un incremento de unos 3.000 dólares en el precio, y una caída de ventas de hasta 1.000.000 de unidades.

Por otro lado, el mercado de proveedores es el que corre mayor riesgo, por la enorme interacción que hay entre los tres países en la fabricación de autopartes, estimando que algunas cruzan hasta 7 veces las fronteras antes de llegar a la línea de ensamblaje de la automotriz.

En cuanto a las marcas, tanto Ford, como General Motors y Stellantis, producen vehículos clave en México y Canadá, como la nueva generación del Dodge Charger, que se fabrica en Windsor, Canadá, y las versiones de combustión tendrán el motor Hurricane Six, que se produce en Saltillo, México. La lista sigue y es muy amplia, pero además hay modelos de otras compañías japonesas, surcoreanas y europeas que se fabrican en alguno de los dos países y son claves para el mercado estadounidense.

Finalmente, las automotrices tendrán hasta el 2 de abril (es decir, cuatro semanas) para resolver el crucigrama que les dibujó el gobierno de Estados Unidos, tratando de encontrar una solución que no los mande a la quiebra. 

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