
Domingo al mediodía, sol fuerte sobre el asfalto y una brisa que no alcanza a disipar el olor a caucho y a combustible. En el horizonte, la silueta del Parque Olímpico se mezcla con las líneas de un circuito imaginario que ya empieza a tomar forma en la cabeza de los fanáticos. Pero no es una utopía: si los planes avanzan como están sobre la mesa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el TC2000 volverá a rugir en las calles porteñas antes de fin de año.
La idea está en marcha y tiene fecha límite. En septiembre, el Autódromo Oscar y Juan Gálvez cerrará sus puertas para comenzar una ambiciosa remodelación que lo prepare para ser sede, nuevamente, de competencias internacionales de primer nivel como la Fórmula 1, el Mundial de Resistencia (WEC) y el MotoGP. Las obras incluirán no solo reformas en la pista sino también en infraestructura general, accesos, boxes, paddock y seguridad, buscando alinearse con las exigencias de la Federación Internacional del Automóvil y la Federación Internacional de Motociclismo.
Con ese epicentro en pausa, el automovilismo argentino -y en particular el TC2000- busca un nuevo escenario icónico para mantener su calendario y sostener el vínculo con el público. Y la respuesta parece estar en el sur de la ciudad: una pista callejera en la zona del Parque Olímpico, con trazado sobre la Av. Coronel Roca y Av. Escalada, apenas a metros del mítico “curvón Salotto” del Gálvez.
UN CIRCUITO URBANO CON ADN OLÍMPICO
Foto: Prensa TC2000.
El proyecto contempla un trazado urbano de poco más de 3.000 metros, que aprovecharía las amplias avenidas construidas para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. Se trata de una zona con infraestructura moderna, buena conectividad y espacio suficiente para montar tribunas, zonas de escape y áreas de servicios para equipos y prensa.
Además, tiene un elemento simbólico fuerte: volver a llevar el automovilismo al corazón de la ciudad, como ocurrió en 2012 frente al Obelisco y en 2013 en Recoleta. Aquellas dos experiencias urbanas del TC2000 marcaron un hito en la historia reciente del deporte motor argentino: miles de personas vibrando con los motores entre edificios, semáforos y baldosas porteñas. Fue espectáculo, fue cultura popular, fue pasión en modo “open access”.
Ahora, esa postal podría renovarse, con una estética más moderna, más segura y más sustentable. Un trazado urbano con perfil internacional que, si cumple su objetivo, podría incluso albergar en el futuro carreras de otras categorías.
Foto: Prensa TC2000.
Para el TC2000, esta movida no es solo un reemplazo temporal del Gálvez: es una oportunidad estratégica para volver a conectar con el público urbano, con las marcas y con los medios. En pleno proceso de reinvención -con SUVs en pista, autos con 500 CV, nuevo diseño visual y una estrategia agresiva en redes sociales-, la categoría busca recuperar protagonismo como la principal vitrina del automovilismo moderno en Argentina.
Un circuito callejero en Buenos Aires no solo garantiza visibilidad, sino que también permite desplegar un evento urbano integral: activaciones de marca, ferias automotrices, shows musicales, gastronomía y cultura. Un festival motor en plena ciudad, al estilo de lo que hace la Fórmula 1 en Miami o Las Vegas, pero adaptado al pulso porteño.
Foto: Prensa TC2000.
Aunque todavía no hay confirmación oficial de la fecha exacta, todo indica que el evento se realizaría en noviembre. Por lo pronto ya hay conversaciones avanzadas con áreas clave del Gobierno de la Ciudad, tanto en lo técnico como en lo logístico y cultural, y el Automóvil Club Argentino, que debe dar su aval.
La creación de un circuito urbano en la zona del Parque Olímpico representa una solución concreta ante el cierre temporal del Autódromo de Buenos Aires y, al mismo tiempo, una oportunidad para reforzar el calendario del automovilismo argentino en un entorno distinto, con alto impacto visual y mediático.
Para el TC2000, significaría mantener su visibilidad en un momento clave de transformación técnica y de posicionamiento de marca. Para la Ciudad de Buenos Aires, en tanto, sería una prueba piloto de cara a futuros eventos internacionales en espacios urbanos.
En definitiva, si se concreta, el regreso de una competencia de primer nivel a las calles porteñas consolidaría una estrategia de renovación tanto en lo deportivo como en lo organizativo. Y ofrecería una alternativa interesante para atraer a nuevos públicos, con un formato más accesible, moderno y alineado con las tendencias globales del motorsport.
Fuente: Automundo

