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Prueba FIAT Bravo

La casa italiana vuelve al segmento mediano con uno de los modelos más avanzados de su grupo.

Prueba FIAT Bravo

Hace años que FIAT no pisa fuerte fuera del segmento compacto. El Stilo, su último intento en este rubro, era un buen vehículo, pero no logro destacarse ante una competencia muy afilada. Ahora llega el sucesor, el Bravo, modelo que recupera el nombre que en los 90s supo conseguir el cetro de Auto del Año en Europa.

Si bien el Bravo se produce en Brasil, la decisión de la empresa fue salir al ruedo con la versión más avanzada del modelo y por eso la importa directamente desde Europa.

 

Técnica y mecánica

El Bravo comparte su plataforma con el Alfa Giulietta, el Dodge Dart y el FIAT Viaggio, aunque la versión de biscione ofrece suspensión trasera multibrazo mientras que el FIAT recurre a la más convencional semiindependiente con brazos arrastrados y barra de torsión.

Mecánicamente incluye el novedoso 1.4L con turbo y tecnología de apertura de válvulas Multiair que le permitió ser escogido Mejor Motor Nuevo en los International Engine of the World en el año 2010. Acompaña caja manual de 6ª, sistema Stop&Start y muchas más tecnologías del primer mundo.

 

Diseño

El nuevo Bravo poco tiene en común con su ancestro de los 90s, el original era un tres puertas de cuyo diseño hoy podemos ver restos en varios hatchbacks deportivos e incluso en el VW Scirocco. En su reencarnación actual, el mediano de FIAT es un 5 puertas, más elegante, cuyos nexos con el pasado son la trompa lanzada y el formato redondeado de las luces posteriores.

Los faros delanteros son pequeños y altos, y la parrilla sigue los lineamientos del Grande Punto original, que luego se expandieron por toda la gama de la marca. La parte más distintiva es la zaga, con ciertos aires de Alfa Brera, algo “culón” pero distinguido. El resultado final, al menos en el rojo de unidad probada, es positivo y atrajo varios curiosos que inclusive pensaron que se trataba de un Alfa Romeo.

 

Interior

Puertas adentro el Bravo combina calidad con un estilo sobrio y elegante, enfocado al conductor con la consola central (estéreo, etc.) inclinada hacia la izquierda. Respecto de los materiales, combina inteligentemente una parte superior rígida –pero bien trabajada desde la textura- y una “gomosa” en la franja longitudinal que además tiene un trabajo símil fibra de carbono.

Los asientos en cuero con suturas rojas combinan estilo clásico con deportivo, la pedalera es en aluminio y la gráfica del cuadro de instrumentos recuerda a las Ferrari de antaño. En medio se encuentra el display de la completa computadora de abordo. El espacio es bueno adelante, correcto atrás y hay un techo de cristal doble, cuya parte delantera es corrediza.

El estéreo de la versión full, Sport, cuenta con el sistema elaborado por Windows que tiene varios trucos inteligentes como recibir órdenes por voz, pero también puede ser irritante cuando no quiere hacer lo que uno desea.

 

Comportamiento y dinámica

El nuevo Bravo se desplaza ágilmente en ciudad, y si se respeta al indicador de paso de cambio –que pide subir de marcha casi a las 2.000 rpm- el gasto de nafta es realmente contenido. Eso sí, teniendo en cuenta que se trata de un 1.4L, quedarse por debajo de los 1.500 giros equivale a perder todo el empuje. Esto puede ser irritante arrancando en trepadas donde puede apagarse repentinamente el motor. Apenas pasa esa marca, el turbo toma el envión necesario y el motor empieza a empujar con toda la fuerza de los 230 Nm de torque disponibles apenas 250 rpm más arriba.

La dirección es suave, con el tacto demasiado uniforme de los sistemas eléctricos, pero se endurece apenas tomamos velocidad, o si apretamos el botón Sport, que también acelera la reacción del acelerador. La absorción de irregularidades es correcta, aún para los neumáticos con perfil medio/bajo, solo hay que cuidarse en lomos de burro para que la trompa no bese el asfalto.

Un sistema que aún necesita algo de horno es el Stop&Start que es lento y devuelve el motor con pocas vueltas facilitando que se apague si uno quiere salir rápido. La otra cosa curiosa es el ruido del motor que entra en la cabina proveniente del capot y no del escape.

En ruta el Bravo es muy estable, viaja desahogado en su larga 6ª, pero reacciona con brío si se baja uno o incluso dos cambios. Aquí no tiene sentido llegar hasta el fondo del tacómetro, aún si queremos mucho empuje gracias al gran torque no hace falta pasar los 4.500 giros. Encarando curvas se inclina lo justo y necesario, da seguridad a la maniobra y –sin ser deportivo como su hermano de AlfaRomeo- pasa con buen agarre. Rematan los asistentes electrónicos de frenada (ABS), tracción (MSR) y estabilidad (ESP).

 

Conclusiones

El Bravo es el auto más avanzado que FIAT haya vendido en su historia en Argentina y uno de los más desarrollados de su segmento con inyección directa, turbo, sistema Multiair, caja de 6ª, Stop&Start y amenidades como el techo panorámico que se puede abrir. También tiene algunos aspectos que pueden ser molestos como el funcionamiento del Stop&Start o el Windows Media.

Haciendo las cuentas, la versión Sport es más barata que las variantes full del Megane III y del 308, ambas 2.0L y sin tanta tecnología en sus motores. (Ver Comparador) Solo debería cubrir algunos faltantes como el airbag de cortina que es opcional en el FIAT y de serie en sus contrincantes. Por el resto es una excelente opción.

Hernando Calaza. Fotos: Ezequiel Las Heras recomienda