¡Esta si que es una comparativa muy sui-generis! Pudimos juntar dos momentos de la historia reciente de Ford, y como atípica es nuestra prueba, atípico será el relato.
Una mañana de marzo, aderezada con el aroma de un café expresso, en una junta editorial del equipo de Autocosmos alguien surgió la idea de hacer algo distinto, que nadie hubiera hecho antes…
¿Qué hacer?
Era el interrogante de todos, empezamos a pelotear ideas, desde las simples hasta las más descabelladas y de pronto, alguien comentó cándidamente: “En el Museo del Automóvil de la Ciudad de México hay un Ford GT ¿por qué no lo comparamos con el nuevo Shelby GT500?, las miradas de todos fueron incrédulas, pero con un dejo de picardía, y cuando nuestro director dio su visto bueno, nos pusimos a trabajar, para encontrar un Mustang Shelby GT 500 blanco con franjas azules (Le Mans Racing Stripes), el mismo patrón de colores que tenía el GT del Museo.
El encuentro con las bestias causó revuelo en el estacionamiento de la oficina, el ronroneo de los 16 cilindros – 8 de cada uno de los vehículos- auguraba un día divertido y distinto, así tomado ruta hacia la pista de nuestros amigos del Centro Dinámico Pegaso la gente de los autos vecinos no podía creer lo que los acababa de pasar, incluyendo algunos que se acercaban para sacar fotos del Shelby y del GT. ¡Menudo show armamos!
¿Qué los hace tan especiales?
Hablemos primero del Ford GT
Podríamos decir que su desarrollo entró en la ola de vehículos retro que influyó en toda la industria hacia finales de la última década del siglo XX. El diseño es obra de Camilo Pardo, quien fue el responsable del programa denominado “Ford Living Legends” (Leyendas vivientes), en donde revivió también el nombre Thunderbird.
El GT sería el estandarte de la celebración del Siglo de Ford, llevada a cabo en 2003 en la sede de Ford en Dearborn Michigan, y fue su boleto de entrada a un segmento de autos en el que nunca había competido, en el de los superdeportivos al nivel de Ferrari, Lamborghini o alguna que otra creación exótica.
El Ford GT se produjo en serie de 2003 a 2006, como dato cultural, los primeros autos fueron entregados en 2004 y los últimos se vendieron en 2007, la producción planeada era de 4.500 unidades, pero solamente se fabricaron 4.038. Uno de esos “casi” 1.900 GT producidos en 2005 es el que nos ocupa en esta ocasión.
El GT emula al mítico GT 40 que tantas victorias le dio a Ford en los años sesenta y que fue obra de un capricho personal de Henry Ford II en pago al desaire que le hizo Enzo Ferrari al no querer venderle su compañía.
Basado en el Lola GT que ya había competido en Le Mans, el 40 de su nombre se debía a la altura en pulgadas con relación al piso. En su moderna reencarnación, las líneas del GT respetan mucho las originales, aunque cambió la altura (que es de 43 pulgadas). Sin embargo llamarlo GT a secas tiene que ver con otro problema ya que la autorización de su uso comercial pertenecía a una compañía de refacciones. Llamada Safir, pidió a Ford 40 millones de dólares por ceder el nombre. que hábilmente había registrado cuando todos habían olvidado las victorias del GT40 en las 24 Horas de Le Mans entre 1966 y 1969.
El diseño
Camilo Pardo no se rompió la cabeza creando formas retro, prácticamente copió todas las fluidas líneas del modelo original, y se enfocó en lograr una mejor sustentación aerodinámica en la parte baja del GT. Para abrir la puerta (que carece de manija) hay que presionar el botón oculto de un actuador eléctrico. El diseño de la puerta respetó las formas originales ya que tienen buena parte del techo del GT cosa que hace un poco complicado el ingreso al auto si hay paredes cercanas.
El interior del GT dista mucho de ser lujoso, al contrario hay detalles que desilusionan mucho, como la calidad de ensamble y los plásticos, sin embargo y pese a los malos detalles, hay cosas que realmente nos sorprenden como el túnel central de aluminio con una calidad digna de una nave espacial y los controles de aire acondicionado sitados en él. El pomo de cambios forjada en aluminio tiene un maquinado simplemente perfecto, pero la goma de la palanca es más burdo que el de un Fiesta One en su versión más austera.
Huelga comentar que nuestro vehículo de prueba contaba con el paquete de equipamiento extra que consta en un equipo de audio McIntosh, cinturones de cinco puntos, llantas BBS forjadas y las franjas azules denominadas “Le Mans Racing Stripes” que se hicieran famosas en los Mustangs preparados por Carroll Shelby.
Detrás del volante
Una vez instalado en el puesto de mando, con el asiento ajustado y los cinturones de seguridad colocados, procedo a otorgarle vida al GT. Primero hay que colocar la llave de encendido en “on”, en ese momento una serie de sonidos se escuchan, la bomba de combustible silva notoriamente alimentando el cuerpo de inyección y en el momento en que deja de sonar es hora de pulsar el botón de “start”. El motor de arranque gira por leves momentos y el V8 con compresor empieza a ronronear con un sonido inconfundible, metálico, grave que nos anuncia de lo que puede ser capaz. El ralentí en el tacómetro se sitúa por debajo de las 1.000 rpm y una pléyade de indicadores análogos en el tablero muestran los signos vitales del motor, resaltando el tacómetro del lado izquierdo, muy buen ubicado, dentro del rango visual. A extrema derecha encontramos el velocímetro que cándidamente grafica hasta las 200 MPH, unos 320 km/h.
Es momento de emprender la marcha, el embrague es suave, dócil y fácil de accionar, la caja de cambios nos recuerda el talante ultra deportivo del GT, una transmisión en H de acoplamiento totalmente manual, manufacturada por Ricardo, constructor británico que también desarrolló la caja de vehículos como los Bugatti Veyron, Audi R8 y muchos WRC.
La aceleración combinada con el sonido emanado de los escapes Henessey es hipnotizante. En la pista el GT nos demuestra para lo que fue creado, un verdadero Gran Turismo que puede usarse en la calle, pero que dada su arquitectura con motor central suspensiones de dobles brazos "A" y un bajísimo centro de gravedad hacen que manejarlo rápido sea una experiencia emocionante, netamente sensorial, aderezada con la música interpretada por el V8 Ford.
¿Querés datos puros? ¡aquí van!
Motor: V8 central trasero de 5.4 litros asistido con un compresor roots
Potencia: 550 CV a 6.500 rpm
Torque: 677 Nm a 3.750 rpm
Transmisión: Manual de seis cambios
Tracción: Trasera
Asistencias electrónicas: ABS únicamente
Suspensies: doble horquilla y barra estabilizadora
Ruedas: P235/45 R18 (delanteras) P315/40R19 (traseras)
Dimensiones:
Largo: 4.643 mm, alto,1.125 mm (43 pulgadas), ancho 1.953 mm, distancia entre ejes 2.710 mm.
Peso: 1.519 kg.
Precio sin rodar: $163,495 dólares (2005)
Número de piezas fabricadas 4.308 entre 2003 y 2006.
Seguimos con el Ford Mustang Shelby GT 500
Primero analicemos su largo nombre, las dos primeros distintivos no necesitan mucha explicación, lo interesante viene cuando se les agrega el apellido Shelby y de paso el GT500.
¿De dónde sale el nombre Shelby?
Carrol Shelby fue uno de esos inquietos estadounidenses que se volvían locos con todo lo que tenía ruedas, fue piloto de muchas categorías en los años cincuenta, incluyendo la victoria en las 24 Horas de Le Mans de 1959. Una fuerte afección cardiaca alejó a Carroll Shelby del volante, pero no de la competición. Su primer hito de la mano de Ford fue al inicio de la década de los sesenta con la modificación de un bello roadster biplaza de origen británico, un AC Bristol al cual Shelby le adaptó un motor Ford V8 de bloque pequeño (289 c.i.) y que terminó convirtiéndose en el potente Shelby Cobra 427.
Después de que Carroll creó su propio auto, basándose en el AC Bristol, empezó a modificar Mustangs, el primero fue llamado por Shelby Cobra GT 350, luego el GT500 y por último el King Cobra. Así nos hacemos una idea de lo emblemático que es un Mustang Shelby, es simplemente un pedazo de la historia automotriz de Ford y un capítulo importante en los Muscle Cars estadounidenses.
¿Qué hace al último modelo tan especial?
La respuesta es muy simple, es el Mustang se serie más poderoso en la historia de Ford. El GT500 es un Mustang extremo y agresivo con sobredosis de anabólicos para que nos regale 650 CV, generados por un V8 con compresor de 5.8 litros.
El Diseño
Es simplemente intimidante por donde se le observe, el capot está abultado y provisto de entradas y salidas de aire para permitir que el motor respire –y transpire- con libertad. En los flancos vemos guardabarros mucho más anchos que en los Mustangs “a secas” que dan cabida a inmensas llantas de aluminio forjado. En la parte trasera vemos un alerón en la tapa del baúl, cuya adición es mucho más funcional que estética, ya que en altas velocidades le confiere mejor agarre.
El manejo
Para un probador de coches el tener uno con la capacidad de poner en el piso más de 650 caballos en una gran tentación, y hacerlo al estilo “Old Fashion” (eje rígido y tracción trasera) es un verdadero reto para cualquiera que considere que sabe manejar.
El embrague del Shelby no es amable y es un duro juez, ya que a las primeras de cambio te hace sentir como un novato. El pedal es el primer capítulo de la experiencia Shelby en la pista, la caja de cambios es ríspida y tosca, los tiros son largos y hay que aplicar cada cambio con determinación y algo de fuerza muscular. La caja de cambios TREMEC nada tiene que ver con la suavidad de cambios que ofrece la transmisión RICARDO del Ford GT.
Es prudente comentar que el descomunal torque que ofrece el V8 sobrealimentado nos permite circular por el trazado de la pista casi todo el tiempo en tercera y sorprendentemente el eje rígido trasero con diferencial TORSEN se comporta mucho mejor que algunos coches de talante deportivo que ofrecen suspensión trasera independiente. El balance es sumamente bueno, el agarre insisto es sorprendente y si la física empieza a hacer lo suyo, las asistencia electrónicas corrigen bastante bien el trayecto.
El sonido emanado de los escapes del GT500 es simplemente una sinfonía en los oídos de un fanático.
¿Querés datos específicos?
Configuración Carrocería: Coupé de cuatro plazas
Motor: V8 delantero longitudinal de 5.8 litros asistido con un compresor roots
Potencia: 662 CV a 6.500 rpm
Torque: 855 Nm a 3.750 rpm
Transmisión: Manual de seis cambios
Tracción: Trasera
Asistencias electrónicas: ABS, control de tracción y Advanced Track con control electrónico de estabilidad RSC
Suspensión delantera: McPherson y barra estabilizadora
Suspensión trasera: eje rígido con barra Panhard
Ruedas: P265/45 R19 (delanteras) P285/35 R20 (traseras)
Dimensiones: largo: 4.765 mm, alto 1.407 mm, ancho 1.877 mm, distancia entre ejes 2.720 mm.
Peso: 1.471 kg.
Conclusión
Son dos vehículos incomparables, el primero es un verdadero exótico, hoy escaso y costoso, el segundo es un incomprendido y quizá una necedad de la industria automotriz estadounidense, que por un lado se empeña en lanzar al mercado propuestas hibridas y de bajo consumo, y por otro nos presenta vehículos como el GT500 que ofrece consumos descomunales.
Tanto el Ford GT, como el Mustang Shelby GT500 son un claro vestigio de la enorme pasión que tiene el ser humano de ir lo más rápido que se pueda. Yo creo que Ford jamás hará de nuevo un vehículo de las características del GT, pero creo que ha empleado muy bien sus conocimientos adquiridos en dicho proyecto.
Lo que es una realidad y que difícilmente en Argentina otro medio podrá ofrecerle a sus lectores es una reunión de dos íconos de la industria estadounidense y como fiel testigo te dejamos una galería que no podés perderte.
Agradecemos al Museo del Automóvil de la Cd de México por prestarnos una de sus bellas piezas y también al Centro Dinámico Pegaso por facilitarnos sus instalaciones.
Comparativo: Shelby GT 500 Vs Ford GT