Lanzado en 2009, el Chevrolet Agile es el resultado del Proyecto Viva, cuya concepción surgió en Brasil pero se materializó en la planta de GM en Alvear, provincia de Santa Fé, donde se fabrica para toda la región. Es un vehículo que seguramente ya viste en la calle, o te subiste alguna vez, o quizás hasta sea tu auto actualmente, lo que habla de su buena aceptación en el mercado argentino. Aprovechando esto, la marca del moño decidió lanzar una nueva versión de este modelo, ubicándolo en el tope de la gama y agregando elementos visuales deportivos. En Autocosmos lo probamos y te contamos qué trae de nuevo.
Mecánica y seguridad
En este apartado no hay mayores novedades, ya que su impulsor es el mismo que en las demás versiones del Agile, un cuatro cilindros de 1.4L y 8 válvulas que desarrolla 92 CV a 6.000 rpm, acoplado a una caja manual de 5 velocidades. Con respecto a la seguridad, cuenta con el mismo equipamiento que la versión LTZ, o sea, frenos ABS con distribución de frenado, doble airbag frontal (elementos obligatorios en Argentina) y bloqueo de puertas automático cuando el vehículo se pone en marcha.
Diseño
Aquí es donde las cosas cambian con el nuevo Agile Effect. Su exterior se diferencia principalmente por sus llantas de aluminio de 16” color grafito, los stickers laterales bajo las puertas y el emblema “Effect” en el pilar C, como así también en el cambio de tonalidad en sus espejos exteriores, paragolpes trasero y techo (que a primera vista parece ser vidriado) en negro. Su carrocería también presenta modificaciones, ya que se agrega un pequeño alerón deportivo, spoilers frontal, lateral, y trasero. Sin lugar a dudas es el más “fachero” de todos los Agile; con el Effect, Chevrolet logró una estética juvenil sin demasiadas pretensiones, algo así como cuando te ponés los pantalones cortos y tu camiseta favorita para ir a jugar al fútbol: sos la misma persona de siempre pero parecés un deportista.
Interior
Puertas adentro también se nota que estamos ante una versión especial, ya que se destacan varios detalles de color rojo en los paneles de las puertas, butacas, volante y enmarcando los relojes del tablero, cuya particular forma inspirada en el motociclismo puede generar amor y odio en partes iguales, pero que al fin de cuentas resulta de buena lectura y correcta visibilidad.
En líneas generales es un vehículo cómodo, con una posición de manejo algo elevada pero fácil de adaptarse gracias a la regulación en altura del volante, el cual posee comandos para la radio, el teléfono y el control de velocidad crucero. Los materiales utilizados en su interior nos hacen recordar que estamos en un vehículo compacto para el Mercosur, con plásticos duros al tacto pero de buen encastre, salvo por la tapa del guardaobjetos en la consola central que no se abría con demasiada elegancia.
Con respecto a la conectividad, nos vimos en problemas para poder conectar el teléfono mediante Bluetooth, ya que su interfaz resulta muy poco intuitiva y los botones del estéreo son pequeños y poco legibles, por lo que tuvimos que escudriñar el manual de usuario para poder realizar la conexión con éxito. En este apartado realmente se extrañan las pantallas táctiles que ofrece el Onix y algunos modelos de la competencia, donde se pueden nuclear todas las opciones de info-entretenimiento.
Comportamiento Dinámico
El Agile es un vehículo que prefiere la ciudad antes que la ruta, con una correcta respuesta en las primeras marchas y una suspensión que absorbe bien los baches pero que comienza a flaquear cuando se lleva al vehículo por encima de los 120 Km/h. A esa velocidad también se hace presente un marcado ruido aerodinámico, con la particularidad de que se escucha justo al lado de nuestra oreja izquierda. Al principio pensé que había dejado el vidrio trasero un poco entreabierto, pero luego de corroborar que esto no sucedía y ver por el espejo, encontré al culpable: el pilar B sobresale demasiado y provoca una molesta turbulencia a altas velocidades.
A 120 Km/h medidos con GPS (127 Km/h de velocímetro) el motor necesita trabajar a 3.600 rpm, mientras que llevándolo a 130 Km/h las vueltas suben hasta los 4.000 rpm. Esto no favorece mucho al consumo, el cual (según la computadora de abordo) osciló entre los 8.2 a 9.1 L/100 Km. Las relaciones de la caja son algo cortas y como en cualquier vehículo compacto, lograr una apropiada reacción para un buen sobrepaso requiere colocar una marcha menos. Y ya que hablamos de las marchas podemos hablar de su palanca de cambios, de una estética moderna y buen tacto pero con un accionamiento que no me dejó del todo satisfecho, ya que su largo recorrido está interrumpido por una ligera fricción en la mitad, como si pasar de cambio requiriera de dos etapas.
En ciudad el Agile ofrece una buena visibilidad, espejos retrovisores generosos y un motor que ronronea agradablemente cuando se lo apura un poco, algo que puede ser producto de una mala insonorización pero que a cualquier pistero aspiracional le saca una sonrisa. Lo que más me llamó la atención para el manejo citadino es su tamaño, si bien es un hatchback compacto, su largo supera los 4 metros (4.063 mm) sobrepasando por algunos centímetros a vehículos como el extinto FIAT Duna Weekend o el actual Chevrolet Sonic.
Conclusiones
El Chevrolet Agile Effect es una buena opción si buscás un vehículo práctico, confiable y que llame la atención sin caer en las exageraciones. Es un auto que tu mamá calificaría de “pintón” y tu viejo te pediría manejarlo un rato, pero que vos seguramente lo vas a usar para conquistar a todo chico/chica que te sea posible. Es ni más ni menos que un hatchback compacto clásico con mejoras visuales de fábrica (con las ventajas y desventajas que eso supone y que ya te detallamos) complementado por un paquete de equipamiento completo para que disfrutes tu día a día. Hay otras opciones dentro de la misma marca por un precio similar como el Chevrolet Onix, pero justamente este “plus” estético es el que puede hacer la diferencia al momento de la compra. Mirá la galería de fotos y comprobalo.
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