El Diéselgate, ese escándalo que impactó en la industria alemana en particular, y europea en general, sigue teniendo coletazos. Esta vez, se trata del paladio, un metal que superó por primera vez en la historia al oro en materia de precios. En poco tiempo, este metal aumentó alrededor del 50% de su precio hasta estar fijado en USD 1.263,25 por onza, unos USD 25 más que el oro, convirtiéndose así en el metal precioso más caro.
Pero, ¿qué tiene que ver con el Diéselgate? Sucede que el paladio es el elemento que se utiliza para la fabricación de convertidores catalíticos en motores nafteros, mientras que para motores gasoleros, su metal hermano, el platino, es el más utilizado. Luego del diéselgate, los autos gasoleros sufrieron una fuerte baja en su demanda, lo que se agravó con el crecimiento de alternativas motrices, como los híbridos, que se componen en su mayoría de motores nafteros junto a eléctricos.
Ya en 2017 el paladio había superado el precio del platino, y ahora no hace más que consolidar su alza. A esto se le suma un estancamiento en la oferta, ya que Rusia y Sudáfrica, los dos principales productores de este metal, no mostraron aumentos en la extracción del mismo. Este estancamiento lleva a una sobredemanda, que aumenta su precio.
Así como sucede con el litio, el paladio es otro de los productos beneficiados por los vaivenes de la industria automotriz. Según expertos, la demanda mundial de este metal romperá un nuevo récord a fin de año, lo que se explica con la expectativa de crecimiento que tiene la industria luego de un año discreto en números.
¿Qué es un convertidor catalítico?
Se trata de un frasco metálico ubicado en la parte inferior del auto, que depura gases nocivos para el ambiente y libera contaminantes menos dañinos, antes de que salgan por el sistema de escape.
Es una pieza vital en el auto, ya que “filtra” los contaminantes. Por eso debe estar en perfectas condiciones para evitar que contamine el ambiente, además de dañar el funcionamiento del motor. Es por ello que dado su intenso uso y saturación de partículas nocivas, el convertidor así como cualquier producto, tiene un tiempo de “vigencia” antes de dejar de funcionar adecuadamente.