Hace cinco décadas el mercado de los superdeportivos era muy limitado, principalmente existían dos marcas de referencia en esta clase y eran Ferrari y Lamborghini. No fue sino hasta los años 80 cuando se inició la revolución de los superdeportivos con la aparición de modelos de alto desempeño como es el caso del Bugatti EB110.
Pero bueno, este poderosísimo auto, además de ser el precursor de los hiperdeportivos contemporáneos (entre ellos Veyron y Chiron) significó un antes y un después en la historia de Bugatti. Resulta que a mediados de la década de 1980, Romano Artioli (un coleccionista de vehículos Bugatti durante décadas) soñó con tener el mejor auto deportivo. Deseaba que fuera elegante y muy rápido. Sin embargo, ningún modelo existente cumplió con sus expectativas. Ante esta falta de un auto que hiciera realidad su sueño, Artioli pensó en tener un vehículo que cumpliera con sus ideales: un Bugatti moderno.
Era tal la pasión por Bugatti de este personaje italiano que decidió revivir la legendaria marca de automóviles francesa después de 30 años de inactividad. En 1987, compró los derechos de la compañía y se convirtió en el presidente de Bugatti Automobili SpA. En ese mismo año, encontró un lugar de producción adecuado. No en Francia, sino en la región de Emilia Romagna, cerca de Módena en Campogalliano.
Su ubicación ofrecía una gran ventaja: estaba en el área de influencia de las principales marcas de autos deportivos italianos como De Tomaso, Ferrari, Maserati y Lamborghini. De esta manera, la tarea de contratar ingenieros, mecánicos y diseñadores de la región fue más fácil. Por lo mismo, los primeros bocetos de diseño del nuevo automóvil vinieron del diseñador del Lamborghini Miura y Countach, Marcello Gandini.
Igualmente, la nueva fábrica de Bugatti fue la más moderna de su tiempo, con detalles históricos notables. Como fanático de la marca, las instalaciones recibieron la puerta original de la antigua fábrica en Molsheim. Otro dato relevante de la planta es que inició operaciones el 15 de septiembre de 1990, el 109 cumpleaños de Ettore Bugatti.
Para el desarrollo del nuevo modelo de Bugatti, Romano Artioli no escatimó en gastos. Fiel al lema de Ettore Bugatti, solo quería lo mejor para su vehículo. Bajo esta premisa, los ingenieros crearon un monocasco ligero que pesaba solo 125 kg debido a que fue construido en fibra de carbono, por la compañía aeroespacial francesa Aerospatiale. Por su parte, el aluminio, carbono y fibra de aramida y plástico reforzado se usaron para la carrocería, las llantas fueron fundidas de magnesio, mientras que cada tornillo y perno estaban hechos de titanio.
Todos estos materiales necesitaban de un poderoso motor, así que se usaron un motor V12 de 3.5 litros con cuatro turbos. Dos árboles de levas por banco de cilindros y cinco válvulas por cámara de combustión aseguraron un rápido intercambio de gases. Dependiendo del modelo y la configuración, el motor podía proporcionar entre 560 y 610 CV a las cuatro ruedas, por medio de una caja manual de seis velocidades, de forma permanente.
Además de lo anterior, el nuevo auto fue dotado de un diferencial de deslizamiento limitado en la parte trasera y una distribución de par del 27:73. En las llantas de magnesio de 18 pulgadas se encontraban neumáticos de 245/40 ZR18 para el eje delantero y de 325/30 ZR18 en la parte posterior. Todo esto era nuevo a principios de la década de 1990 y, definitivamente, una sensación. Un V12 con cuatro turbos con intercooler y tracción en las cuatro ruedas era inaudito. Era un superdeportivo absoluto.
Pero como todo era un homenaje a Ettore Bugatti, el visionario empresario decidió que este automóvil de ensueño hiciera reverencia al fundador, así que lo nombró EB110. EB significa Ettore Bugatti y 110 por su 110 cumpleaños. Y es que todo era coincidencia de fechas. La nueva era de Bugatti celebró su primer vehículo el 15 de septiembre de 1991 en Francia, coincidiendo con el 110 cumpleaños de Ettore Bugatti.
Ya en la acción, este EB110 confirmó que no era un auto cualquiera. De inicio se convirtió en el vehículo con la mejor capacidad de aceleración al registrar 3.26 segundos en el 0 a 100 km/h. Pero no solo fue eso, sino que también se convirtió en el auto más veloz del planeta al registrar una velocidad máxima de 351 km/h. Si bien el récord mundial fue rotó al tiempo, 30 años después, el EB110 sigue siendo uno de los autos más rápidos en las calles de este planeta.
En total, este Bugatti estableció cuatro récords mundiales: por la aceleración más rápida, el automóvil deportivo de producción en serie más rápido, el automóvil deportivo más rápido con motor naftero y el automóvil de producción en serie más rápido sobre hielo.
Desgraciadamente, esta magnífica historia no tuvo un final feliz. Debido a que el mercado de los superdeportivos se derrumbó dramáticamente, Artioli invirtió en la compañía automotriz Lotus y acumuló altos pasivos. Cuando ya no pudo pagar a sus proveedores, se cerró la instalación de producción en Italia. Hasta 1995 solo unos 128 vehículos, 96 EB110 GT y 32 EB110 Super Sport, se habían fabricado en la fábrica de Campogalliano, entre ellos dos autos de carrera con 670 CV.
Después de alrededor de dos años, el proceso de quiebra terminó en septiembre de 1997. Pero la leyenda de Bugatti no quedó olvidad por mucho tiempo. Solo un año después, el Grupo Volkswagen se hizo cargo de los derechos de marca y ayudó a la empresa a reiniciarse en los años siguientes. En 1998, Bugatti regresó a Molsheim, Francia, donde Ettore Bugatti había construido su primer automóvil bajo su propio nombre.