El Citroën Mehari causó una verdadera revolución cuando fue presentado a nivel mundial en 1968, a tono justamente con el Mayo Francés. Pensado no sólo para el verano, este original buggy descapotable y cuya carrocería estaba hecha completamente en plástico fue diseñado para los usos más variados:
- Ocio (descapotable).
- Trabajo (pick-up).
- Transporte (compacto de cuatro puertas).
Adelantado a su tiempo, este inusual Citroën era ligero, muy versátil y capaz de llegar a los lugares más inhóspitos. Se fabricaron unas 150.000 unidades durante casi 20 años (entre 1968 y 1987), incluyendo las versiones 4x4 que utilizó el ejército francés y las empleadas como ambulancia en el París-Dakar de 1980.
A la Argentina el Mehari llegó en 1971 y se produjo hasta 1987, periodo en el que se le realizaron muchas mejoras. Sin embargo, del otro lado de la Cordillera de los Andes fueron más allá y crearon su propio Mehari, tal como veremos a continuación.
El Mehari chileno
El famoso Mehari. Este es un modelo de 1983.
Citroën Chile decidió utilizar al Mehari como inspiración para desarrollar un vehículo muy particular que en 1970 había encargado el gobierno trasandino liderado por Salvador Allende y que debía tener el doble propósito de motorizar al país y de servir de transporte para su ejército. Nada más y nada menos.
El modelo debía ser simple, práctico y barato, y para su construcción contaba con el apoyo financiero del gobierno. Si bien los ejecutivos de la marca gala pensaron al Mehari como el auto ideal por sus características “tipo jeep”, la importación del chasis y su ensamblaje en la planta de Arica duplicaba el presupuesto. Ello llevó a que la marca decidiera diseñar, desarrollar y fabricar el auto en Chile, usando al Mehari como inspiración estética y funcional pero con la base mecánica del Citroën 2CV, que era más accesible y que ya se producía en Chile desde hacía una década.
Para la construcción del nuevo modelo se formó un consorcio entre Citroën y la Corporación de Fomento de Chile (Corfo), y en un año se fabricaron en Arica alrededor de 600 unidades. El auto fue bautizado como Yagán en honor a los extintos indígenas que habitaron la Patagonia, nombre otorgado por el escritor y periodista chileno Guillermo Blanco.
El Citroën FAF en su versión de cinco puertas. Quien sabe... si el presupuesto para el Yagán hubiese sido más abundante, este podría haber sido su futuro.
El vehículo se caracterizaba por sus líneas rectas y por no tener puertas laterales, siendo la versión local de lo que en otros mercados se conoció como Citroën FAF (siglas en francés de "Fácil de fabricar y Fácil de financiar").
Antes del Yagán... el Baby Brousse
El más elaborado de los Baby Brousse fue el Citroen-Namco Pony, fabricado en Grecia y bastante exportado en Europa. Informalmente, podriamos decir que era algo asi como un Yagán "de lujo"
Si bien el Yagán se inventó en Chile y estuvo inspirado en el Mehari, muchos historiadores de Citroën lo ubican como una variante del Baby Brousse, un modelo concebido en Costa de Marfil por dos franceses dueños de un taller (Ateliers et Forges) que negociaron con la marca gala la licencia de fabricación. Este vehículo mantenía la misma filosofía del Mehari pero era fabricado en metal, además de usar la base mecánica del Ami 6.
Fue gracias al Baby Brousse que Citroën inventó al mencionado FAF, que era un modelo carrozado, techado y con puertas, aunque tan austero como el Baby Brousse o el Mehari. Se concibió para ser ensamblado por partes (kit CKD) en países del tercer mundo, es decir, que no contasen con infraestructura industrial automotriz moderna, y usando la base del 2CV. El 50% del auto debía ser fabricado en el país interesado y su carrocería podía configurarse de distintas maneras.
Obviamente, Citroën terminó comprando los derechos del Baby Brousse y además comenzó a usar la base mecánica del 2CV para que fuese más accesible. La filosofía del FAF también se aplicó al Baby Brouse para que fuese fabricado en otros países. Y en Chile ya se fabricaba el 2CV, por lo que solo faltaba el resto. Probablemente esta fue la verdadera fundación del programa de desarrollo del Yagán.
La mayoría de los Baby Brousse eran muy distintos según el país, debido a que según el mercado y sus presupuestos de fabricación, los diseños, desarrollos, nombres y conceptos iban variando. En Chile el Yagán se diferenciaba por su frente, al contar con dos ópticas redondas y una toma de aire hexagonal más baja, además de muchas otras piezas y accesorios opcionales que eran propios del modelo trasandino.
Corazón de 2CV
Especificamente, el Yagán ocupaba el mismo tren motriz de un 2CV AX330 o AK-6 de la época, al igual que la instrumentación eléctrica, pero el resto del auto se diseñó y fabricó en Arica. Se movía con un motor de 602 cc enfriado por aire que entregaba 33 CV y las primeras unidades salieron al mercado en 1972. Hubo una versión especial para el ejército que sólo se vio en el norte del país y que fue utilizada para el patrullaje de la frontera. En 1974 finalizó su producción.
El legado del Yagán
Esta unidad es propiedad de Jorge Ávila
A 50 años de la creación del Yagán, pudimos dialogar con dos dueños del atípico modelo chileno. Uno de ellos es Jorge Ávila, para quien el Yagán tiene un significado especial: “Fue un sueño de mi padre, siempre quiso tener uno. Allá por el 2008 vi una entrevista a unos jóvenes que iban a Arica en un Yagán (“La Huella del Yagán”) y me motivó a buscar uno para regalárselo. Lo encontré en Villa Alegre y estuvimos restaurándolo un año. Ese Yagán acompañó a mi padre en muchos paseos a lo largo de país, hoy está guardado debido a su fallecimiento hace sólo un par de semanas, pero pronto volverá a andar en honor a él y se mantendrá por siempre en la familia”, explicó.
En Arica, Víctor Hugo Cortés cuenta no con uno, sino con dos Yagán. Uno lo encontró hace aproximadamente 5 años, y tras comprarlo tardó al menos dos en restaurarlo. Se trata del único Yagán militar que queda en Chile. El otro lo compró a comienzos de 2020 y es el mismo que se usó en el documental “La Huella del Yagán”. Su idea es restaurarlo.
Es imposible no explayarnos sobre el documental al que ambos hicieron referencia, llamado “La Huella del Yagán”. Fue realizado en 2003 por Patricio Díaz y Enrique León, quienes tras comprarle a un heladero un Yagán decidieron realizar una travesía que comprendió más de dos mil kilómetros en 10 días, al unir Santiago de Chile con Arica, la ciudad de origen del modelo.
En el audiovisual, las imágenes de la travesía se entrelazaban con entrevistas a ejecutivos de Citroën de la época, a ex trabajadores de la fábrica de Arica y a dueños de algunos de estos vehículos que están repartidos por Chile y que cuidan como verdaderas joyas.
Es importante recalcar que el Yagán es el único auto diseñado, desarrollado y fabricado en Chile, por lo que para los coleccionistas de Citroën de todo el mundo es una de aquellas rarezas en las que vale la pena hacer una inversión.
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Edición Limitada - Yagan
La Huella del Yagan (documental)