La semana pasada comenzó con la puesta de las acciones en las bolsas de valores de Milán, París y Nueva York de la que ahora es el cuarto mayor fabricante de vehículos del mundo: Stellantis. El conglomerado fabricará 8.5 millones de vehículos por año, cifra que solo es superada por Volkswagen, Toyota y la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi.
La historia de Stellantis es una más de las alianzas y uniones recientes entre empresas, todas hechas con la finalidad de ahorrar costos de volumen de compras y producción para ser más competitivas y distanciarse de su rivales que o hacen lo mismo o pierden mucho terreno.
Algunas fusiones exitosas... y otras no tanto
La primera unión exitosa entre marcas nació en 1999, cuando Renault compró la mayoría de las acciones de Nissan y pasó a controlarla. Pese a haber pasado por muy malos momentos a finales de 2018 con la detención de Carlos Ghosn (y su posterior fuga), la alianza entre franceses y japoneses es una de las que mejor funcionó y que más se mantuvo en el tiempo.
Para los consumidores no hubo cambio alguno en cuanto a comprar vehículos con mejor rendimiento o más baratos, sino que la cosa pasó por otro lado: los accionistas se beneficiaron, gracias a que en un determinado momento recibieron más plata de lo que pensaban y eso permitió mayores inversiones. Los mejores productos fruto de la alianza se vieron solo al principio, por ejemplo con el Nissan Altima y el Renault Scénic.
En 1998 ya se había realizado otra unión entre dos automotrices, pero que terminó en un desastre. Estamos hablando de la compra de Chrysler por parte de Mercedes-Benz, lo que terminó conformando el grupo DaimlerChrysler, del que se esperaba que la marca estadounidense ganara calidad y tuviera un nivel de lujo a lo Mercedes pero con precio de Chrysler. El acuerdo fracasó porque los Chrysler se hicieron más caros sin haber mejorado sus prestaciones, y los Mercedes se mantuvieron caros y además perdieron calidad. En 2006 el vínculo se deshizo y Daimler pagó los platos rotos: pasó de comprar Chrysler en más de 36.000 millones de dólares a venderla a Cerberus por 7.600 millones.
Mejor negocio hizo FIAT, que a través de Sergio Marchionne no pagó un centavo por el 20% de Chrysler, ofreciendo solo la capacidad de administrarla y creando más tarde Fiat Chrysler Automóviles (FCA). El beneficio de ls unión para los consumidores fue probablemente el mismo que veremos con Stellantis: más opciones en el mercado.
Peugeot será un gran beneficiado, ya que desde hace tiempo busca entrar a Estados Unidos y ahora se encuentra con una gran red de concesionarios en lo que aún es el mercado más lucrativo del planeta. Quizás el León no se vea en suelo estadounidense, pero sí algunos de sus vehículos con el logo de otra marca como por ejemplo Chrysler. De todas maneras, hay que recordar que algunos analistas mencionan que firmas como Chrysler, Lancia y Dodge podrían desaparecer.
Al final de cuentas es una buena noticia la unión entre PSA y FCA, pero les quiero decir algo: no esperen autos mejores y más baratos porque, al igual que pasó en alianzas anteriores, eso no va a ocurrir.