Dentro de la inmensa historia de los motores a combustión podríamos hacer una autobiografía de cada componente. Todos son importantes y esenciales para que el conjunto funcione correctamente. Quizás, los que más escuchamos mencionar sean de los que más tenemos noción, por ejemplo porque la relación entre estos y nuestros autos resulta muy cercana. ¿Ejemplos? Los carburadores en los autos clásicos, el booster/servofreno de los frenos, la “licuadora” de las direcciones hidráulicas… podría pasarme el texto entero haciendo una lista interminable.
Por otro lado, hay un componente que con el correr de los años se mantuvo fiel a sus principios, básicos pero muy efectivos, y del que podemos decir que, sin temor equivocarme, fue lo mejor que le pasó a la mecánica: el sistema turbo. En la actualidad, con las nuevas tecnologías mecánicas y el desarrollo de plataformas estructurales cada vez más livianas que favorecen la reducción de cilindrada, el turbo es más popular que nunca.
El mal uso del turbo
Si bien la misión de un turbo es aprovechar el aire caliente del escape, enfriarlo e inyectarlo a presión dentro de la cámara de combustión con el fin de tener más potencia, las tecnologías de los motores actuales permiten hacer más eficiente el consumo de combustible de un auto mediante modernos sistemas de inyección combinados con un turbo. Lamentablemente, muchos conductores y conductoras creen que todos los autos con turbo están hechos para correr, y la realidad es que no, a menos que se trate de un deportivo, una coupé, o algún turismo.
En el caso de que el vehículo sea alguno de los deportivos mencionados, el auto podrá resistir un poco más los embates del pie derecho, pero si se trata de un auto convencional o un SUV, preparate porque no pasará mucho tiempo antes de que veas salir humo negro por el escape, y ahí ya será demasiado caro (perdón, quise decir tarde).
La potencia y el manejo de un vehículo con turbo puede llegar a ser tan seductor como adictivo, lo que está bien siempre y cuando seamos conscientes de nuestras habilidades al volante. Sin embargo, también habrá que ser conscientes del alcance económico que implica su mantenimiento.
A continuación, te presento cinco tips para evitar dolores de cabeza con el turbo:
1. El manejo
Lo peor que le podés hacer a un motor turbo es “castigarlo”, es decir "revolucionar" el auto hasta que el sistema cargue y entonces salir disparado en cada semáforo. Esta situación, además de insegura, implica un sobrecalentamiento de todos los componentes. Al turbo hay que entenderlo, darle su tiempo y ser consientes de que la demora (turbo lag) siempre va existir, porque es aire lo que hay que mover; física básica.
Un vehículo con turbo ama la ruta, los caminos sinuosos, los tramos de alta velocidad; ¿Querés disfrutar realmente de esa sensación? Salí a manejar los fines de semana, andá a los track days controlados y seguros, pero sobre todo conocé tu auto.
2. Mantenimiento
Esta es la parte más delicada, ya que dependiendo qué tan bien lo hagas, alargarás la vida del sistema o definitivamente lo matarás. Un turbo usado diariamente debería realizar un servicio básico por lo menos cada seis meses o 10 mil kilómetros. Hay quienes lo realizan cada 5 mil kilómetros, algo que es muy válido ya que quizás se trate de algún auto que se usa menos, está modificado, etc.
3. Cuidados
Al hablar de los cuidados que cualquier motor necesita, es necesario monitorear los siguientes puntos, acción que ayudará mucho a mantener con buena salud al turbo:
- Mangueras e intercooler: El desgaste puede ocasionar fugas de aire o que se tapen, sobre todo en los autos con muchos kilómetros.
- Válvulas: Idealmente es mejor no manipularlas, pero si están en mal estado hay que cambiarlas, ya que puede no haber potencia, que el turbo no “cargue” o que no inyecte aire adecuadamente.
- Filtro de aire: mantenelo siempre limpio. Si una partícula sólida llega a entrar, andá preparando la billetera.
- Este punto se agudiza con los filtros de aire de alto flujo.
- Aceite y aditivos: Mantené siempre el aceite a un nivel óptimo.
- Es vital que los componentes internos del turbo se lubriquen.
- Podés utilizar algún aditivo cerámico para prevenir la fricción de piezas internas, sobre todo al arrancar.
- No lo apagues inmediatamente: Sobre todo cuando venis de la ruta o a un buen ritmo, esperá de tres a cinco minutos para apagar tu auto.
- Le das tiempo a que el sistema de refrigeración y lubricación se estabilicen.
4. Modificaciones
Este punto es tan emocionante como delicado: hay una enorme lista de posibles desarrollos y evooluciones para un motor turbo, desde los más básicos (como el cambio de válvulas de vacío/termoiónica o el sistema de inducción), hasta los más complejos (como la sustitución de todo el sistema de escape, intercooler y/o reprogramación electrónica en el caso de autos actuales).
Los resultados son increíbles, muy satisfactorios, pero ¡ojo!, porque un auto modificado requiere del doble de atención. Estoy hablando no solo de mantenimientos, sino, y principalmente, de mucho profesionalismo al momento de “meterle mano”. Así que antes de hacer cualquier cosa, asesorate, busca talleres serios y profesionales, porque sino tu auto y tu bolsillo sufrirán las consecuencias.
5. Costos
Los costos del mantenimiento dependerán de la marca y modelo de tu vehículo. En esencia, y hablando físicamente, el sistema turbo tiene el mismo principio y funcionamiento. Sin embargo, cada automotriz aplica de manera muy distinta su propia tecnología para que un vehículo turbo cumpla lo que promete en materia comercial, por lo que el costo de mantenimiento será muy variado.
- ¿Es mantenimiento del turbo es más caro que el de un auto aspirado?
La respuesta es sí.
- ¿Si no lo realizás, es seguro que falle?
90% de probabilidades
- ¿Vale la pena?
Mucho, te vas a divertir.