
Alpine volvió a tropezar en la Fórmula 1, esta vez en el Gran Premio de Hungría. Franco Colapinto, que largaba 14°, terminó 18° tras sufrir dos de las paradas en boxes más lentas de toda la carrera. Pierre Gasly, su compañero, finalizó 19°, penalizado por un toque con Carlos Sainz. En medio de ese escenario sombrío, Flavio Briatore -director ejecutivo del equipo- rompió el silencio con una lectura cruda y, sobre todo, orientada hacia el futuro.
“Un resultado decepcionante y un fin de semana complicado en general para el equipo, que dejó muy expuestas algunas debilidades de nuestro auto”, afirmó. No hubo rodeos en el análisis. La actuación en Budapest no solo fue pobre en lo deportivo: expuso, una vez más, los límites del A525 en todo sentido. El coche sigue sin ser competitivo, y los errores operativos -como las demoras en los pit stops- suman otra capa de frustración para una estructura que no encuentra el rumbo.
EL AUTO NO ESTÁ, EL EQUIPO TAMPOCO
Foto: Prensa Pirelli/Joe Portlock/Getty Images.
Lo de Hungría no fue un accidente aislado. Fue la confirmación de una tendencia. Alpine lleva varias fechas sin mostrar evolución concreta. Las oportunidades se desperdician, y ni siquiera las buenas actuaciones individuales -como la solidez de Colapinto en clasificación- logran disimular los problemas estructurales.
“Está siendo una temporada difícil, y el objetivo para lo que queda del año es intentar revertir nuestra situación actual”, admitió el italiano. Sin dudas, un mensaje claro: no hay solución inmediata. La mirada del equipo, según Briatore, ya está puesta más allá del presente. El plan es resistir como se pueda en lo que resta de 2025 y construir algo competitivo para el nuevo ciclo técnico que comenzará en 2026.
El nombre de “2026” apareció varias veces en las declaraciones del italiano. Para Alpine, el gran cambio reglamentario representa la oportunidad de empezar de cero, en una F.1 que modificará motores, aerodinámica y estructura general. “Es un desafío grande, ya que todo nuestro foco está puesto en 2026 y en aprovechar al máximo la oportunidad que representan las nuevas regulaciones”, dijo.
Esa frase encierra una doble verdad: por un lado, el equipo reconoce que el 2025 es poco más que un año de transición; por otro, también admite que las limitaciones actuales no son circunstanciales, sino estructurales.
“Estamos en una fase crítica del trabajo para el año que viene, y sé que el equipo en Enstone está avanzando positivamente en ese proyecto”, expuso en clara referencia a lo que sucede en el corazón técnico de la escudería, donde están trabajando en el nuevo auto, mientras en la pista sigue mostrando resultados decepcionantes. Briatore no dio detalles sobre qué tipo de avances se están logrando, pero su discurso busca al menos sembrar esperanza en medio del retroceso.
UN LLAMADO AL COMPROMISO
Como cierre, el director ejecutivo pidió actitud para lo que queda del calendario: “Espero que todos vuelvan del receso con determinación y espíritu competitivo, dando lo mejor de sí para cerrar la temporada lo más fuerte posible y asegurarnos de estar preparados para 2026.”
Es, en el fondo, un pedido de profesionalismo: no bajar los brazos, a pesar de que los resultados no acompañen. Una forma elegante de decir que el campeonato 2025 ya está perdido, pero que aún se puede aprender, probar y preparar terreno.
Alpine parece haber asumido que este año es irrecuperable. Briatore lo dejó entre líneas: el presente está condenado, pero hay esperanza en lo que vendrá. El problema es que en la Fórmula 1 no se puede vivir solo del mañana. Porque cuando el futuro llega, los equipos que se durmieron, ya no están.
Fuente: Automundo

