En esta nota no vas a encontrar los resultados de la competencia. En esta nota voy a tratar de contarte qué se siente presenciar la carrera más dura del mundo desde un lugar privilegiado, con el mayor deseo de que te sientas como si hubieses estado ahí. Realmente el Dakar es la panacea para todos los que nos gusta el automovilismo en tierra, y si todavía estás dudando si vale la pena o no viajar para ir a ver una etapa, leé lo que voy a contarte y sacá tus conclusiones. No sabemos por cuánto tiempo vamos a tener la posibilidad de que nos pasen tan cerca.
Hace más de un mes que recibimos la invitación de Toyota para presenciar el Dakar junto a ellos. Desde entonces que estoy contando los días, repasando un cronograma que prometía comenzar los días con las primeras luces del alba y recorrer la topografía más accidentada del país arriba del vehículo más vendido del mercado.
Pero claro, esto es el Dakar, y nada de lo tenías planeado está destinado a cumplirse. Luego del trágico alud ocurrido en Jujuy, la 9na etapa fue cancelada y obligó a cambiar el cronograma, adelantando los relojes y haciendo que levantarse al amanecer sea una utopía. Ahora ya estábamos desayunados y rumbo al especial a la hora que algunos recién están llegando a los boliches.
esto es el Dakar, y nada de lo tenías planeado está destinado a cumplirse
Comenzamos en la etapa número 10, que partió desde Chilecito y llegó hasta San Juan con 751 Km. en total, de los cuales 449 fueron a fondo, atravesando valles y cañadones de una geografía riojana completamente deslumbrante, (con paisajes marcianos y un clima venusino) con una sensación térmica que superó los 50°.
En este contexto, Toyota se las arregló para colocar una carpa con todas las comodidades, pero como el periodismo obliga, con unos colegas caminamos bajo el sol para buscar las mejores fotos. Particularmente terminé caminando unos 10Km junto a un fotógrafo amigo para llegar a un curso de agua, donde varios fanáticos se acercaron para ver chapotear a los bólidos. Más allá de la experiencia de ver pasar a los motociclistas tan de cerca que hasta se les podían ver las caras de cansancio a través de las antiparras, hay que destacar el clima de fanatismo sano que reinaba, algo que me arriesgaría a decir que solamente es propio del automovilismo. Fue cosa de pasar unas horas para ya ser parte, compartir algo fresco de tomar y que hasta nos inviten a almorzar, cosa que no pude hacer (les agradezco muchachos, algún día volveré a su hermosa provincia y arreglamos) ya que la agenda era estricta.
Esa misma tarde viajamos en caravana hasta el autódromo Zonda de San Juan para poder estar en el Vivac. En el trayecto, fue realmente impresionante ver constantemente grupos de personas que salían de sus casas y se quedaban al lado de la ruta para saludar a los vehículos. Al ser parte de la flota de la organización, nuestras Toyota Hilux tenían los números y pegatinas propias de los participantes del rally, por lo que jugamos a sentirnos pilotos por un rato. A decir verdad, el cansancio no nos faltaba.
Ya en el Vivac lo que podés ver es realmente la intimidad de este circo. Miles de mecánicos trabajando al unísono, piezas y herramientas que jamás vas a ver en un taller normal y la clara percepción de quiénes están trabajando tranquilos y quiénes todavía están esperando noticias de sus pilotos. En este ámbito se vé de todo, desde equipos amateur poniéndole cinta a cada centímetro de la carrocería hasta equipos oficiales con una infraestructura que te deja con la boca abierta. Más allá de la sofisticación, todos tenían algo en común: se trabaja sin parar.
En este ámbito se vé de todo
Al otro día volvimos a levantarnos un poco antes de las 3 de la mañana, ya que para llegar a la etapa debíamos recorrer el mismo camino que tomarían los competidores. La caravana Toyotera tuvo que atravesar caminos de cornisa para adentrarse en las finas arenas sanjuaninas, un desafío que obligaba a transitar utilizando la reductora.
Todos coincidimos en que hacer off-road es divertido, pero cuando se le suma el factor del contrarreloj a la ecuación, el resultado termina siendo desesperante. Cada minuto cuenta, si llegamos tarde la competencia comienza, el camino se cierra, y el sacrificio habría sido en vano. Por suerte tras el volante no estábamos nosotros sino varios pilotos experimentados, que entre anécdotas, sacudones y chistes por las radios nos llevaron sin contratiempos.
La etapa número 11 (San Juan – Río Cuarto) contó con un especial de casi 300 Km., donde los pilotos se pusieron nuevamente a prueba por las mismas arenas que acabábamos de transitar. Llegamos antes del amanecer, y las caras de sueño se borraron definitivamente cuando las motos levantaron sus ruedas delanteras para enfrentar las lomadas. Les voy a ser claro y sincero: sacar fotos ahí es como pescar en un acuario. Cada vehículo ofrecía un espectáculo que me hizo olvidar del tiempo. No me dí cuenta que pasaron las horas, cada motor a la distancia te sube la adrenalina por igual, sean los Peugeot arrasando con el camino, las Toyota siguiéndolos o el fantástico Rastrojero V8 llenándose de aplausos. Tuvimos que esperar a que pasen los últimos rezagados para poder irnos por el mismo camino, aunque la verdad es que todavía podría estar allí con gusto.
Les voy a ser claro y sincero: sacar fotos ahí es como pescar en un acuario.
Con casi una década de Dakar sudamericano, todavía quedan muchas cosas por ajustar. Hablamos cara a cara (en un pésimo francés, claro está) con gente de la organización y puedo dar fé de que se preocupan muchísimo por la seguridad, (este año incorporaron un sistema satelital que registra constantemente la velocidad de los vehículos en los enlaces, penalizando automáticamente a todos aquellos que sobrepasen la velocidad máxima legal y funcionó bien, ya que no hubo que lamentar ninguna víctima como en otras ediciones) como así también se trata de elegir trayectorias que minimicen el impacto al medio ambiente. Sin embargo, un evento de estas características moviliza tanta gente y tanto equipo que pareciera inevitable que las cosas queden igual a como estaban, las responsabilidades van desde las más altas esferas de la organización hasta los propios fanáticos que se acercan y terminan dejando residuos en sus acampes.
Más allá de cualquier controversia, el Rally Dakar es uno de esos eventos automovilísticos imperdibles en la vida de cualquier fanático. Estés al costado de la ruta, en la butaca de un prototipo o sacando fotos mientras masticás kilos y kilos de tierra, la experiencia de esta competencia es algo que vale la pena vivir. Espero que con estas palabras les pueda haber transmitido un poco de lo que sentí, ahora con las fotos de la galería que está a continuación les voy a tratar de mostrar lo que ví.