La Universidad de Ciencias Aplicadas de Coburgo y el Grupo Volkswagen acaban de presentar en Alemania el BlueDiésel R33, un nuevo combustible a base de petróleo y residuos orgánicos reciclados que, según se anuncia, ayuda a reducir las emisiones de CO2 en hasta un 20%.
En comparación con el diésel convencional, el R33 incluye una fórmula de biocombustible a base de residuos biológicos que ayudan a disminuir el dióxido de carbono. Contiene un 33% de restos de aceite de cocina usado, mezclado con un 67% de diésel convencional, aunque incluye una serie de aditivos que ayudan a mejorar la eficiencia calórica.
En Europa ya se comercializa biodiésel. El más popular B7 contiene sólo un 7% de biocombustible, pero también hay B10, B15 y hasta B30, con 10, 15 y 30% de contenido orgánico, pero están disponibles a una escala más reducida. Por lo mismo, este R33 significa un incremento muy sustancial en contenido orgánico, pero además, al usar aceites usados, hay un doble efecto medioambiental.
Lo que sí resulta irónico es que detrás de este noble proyecto esté Volkswagen, la marca que orquestó una política sistemática de engaño a los consumidores y el mayor escándalo de emisiones que se recuerde, precisamente con sus vehículos diésel.
El R33 BlueDiesel está en fase experimental que ha durado ya seis años, pero, dicen, podría dar el salto comercial más pronto que tarde. El programa se llevó a cabo en la sede de VW en Wolfsburgo y participaron 280 autos, y tras los buenos resultados, se instalaron surtidores especiales en la propia ciudad distribuido por Shell.
Este nuevo combustible ya cumple la norma europea DIN EN 590, por lo que puede ser comercializado sin restricción alguna, siendo compatible con cualquier modelo equipado con motor diésel, independiente de la norma Euro que cumpla.