Desde hace algún tiempo, el precio del petróleo ya no ha alcanzado precios estratosféricos como sucedía antes. Evidentemente, esta situación se debe a que el principal negocio de las petroleras, que es el combustile para automóviles, está iniciando un proceso de ser reemplazado por la electricidad.
A esto hay que sumar las recesiones económicas que han sufrido en los últimos años países denominados como potencias. Por si esto fuera poco, ahora el petróleo también está sufriendo los estragos del coronavirus que sigue propagándose en el mundo y que está impactando las economías regionales y globales.
Todo esta esta situación está provocando que las industrias globales estén en peligro, hablando específicamente el petróleo, en solo la última semana ha visto una reducción del 10% en su precio y casi un 20% en lo que vá de 2020.
Aunque pareciera que los precios del crudo volverán a sus índices habituales una vez que la epidemia haya terminado, la recuperación será más complicada de lo que se esperaba. Aunque todo es incierto, en el mejor de los casos se pronostica que si bien el precio del petróleo subirá ligeramente, la demanda no será la misma que antes. De hecho, la demanda de combustible se encuentra en sus niveles más bajos en diez años.
Es más que evidente que estas no son buenas noticias, principalmente para aquellos países que basan parte de su economía en el petróleo. Ahora bien, viendo esta situación desde el punto de vista positivo, esta situación es la punta de lanza para explotar más otras fuentes de energía, principalmente, en la industria del automóvil.