Se dice que los números explican el universo, algo que en muchas ocasiones es real aunque en otras, y más si hablamos de autos, no. En cuanto a la industria automotriz, es claro que las cifras son utilizadas por las marcas para convencernos de comprar sus vehículos, por ejemplo al mostrarnos la potencia, el torque, el número de cilindros, la autonomía de las baterías y su tiempo de carga.
Lo cierto es que los fabricantes toman lo racional para estimular nuestro lado irracional, que en la gran mayoría de los casos es el que termina decidiendo la compra. Si somos honestos con nosotros mismos, podemos decir que compramos el auto que nos gusta más que el que necesitamos. Lo hacemos por el diseño, la moda, el estatus social y/o para impresionar, o también para realizar un sueño.
Utilizamos nuestra racionalidad para comprar un auto solo si es para la empresa que trabajamos o si no nos gustan los coches. En proporción, entre los que estamos en este mundo de los fierros siempre la emoción es la que triunfa, porque tanto a vos como a mí nos encantan los autos. Sino yo no estaría escribiendo esto ni vos leyéndolo.
Hace unos días visité una concesionaria Mercedes-Benz. Entre sus vehículos seminuevos había un Clase C convertible, modelo 2018 y gris oscuro con el techo color guinda. Fue amor a primera vista, lo quería. De no estar ya vendido hubiera llegado a mi casa con él y allí me hubiese enfrentado a la tarea imposible de explicarle a mi esposa porqué lo compré, cuando ella racionalmente sabe que lo último que necesitamos en este momento es un Clase C convertible 2018. ¿Cómo explicar el enamoramiento con números? No hay forma. Y esto no solo ocurre en la industria automotriz, sino también en el automovilismo.
La elección del mejor piloto de la historia de la F1
En la Fórmula 1 la gente tiene a un piloto y/o a una escudería favoritos, y muchos de ellos buscan en los números la justificación que afirme la racionalidad de su pasión, como si existiera una suerte de pasión racional. En ese sentido, los más fanáticos de los números eran hasta hace unos pocos años defensores del alemán Michael Schumacher, a quien consideraban el mejor piloto de todos los tiempos. Parecía algo natural, teniendo en cuenta que él tenía más títulos que nadie.
En los últimos tiempos el británico Lewis Hamilton inclinó la balanza a su favor, al batir en forma paulatina los récords de Schumi, tal como en su momento fueron batidos los del brasileño Ayrton Senna, a quienes los más románticos definen como el mejor gracias a la gran cantidad de conquistas que logró hasta su prematura muerte, en 1994. Y los defino como románticos solo ante los ojos de los pragmáticos, claro, porque estos últimos seguramente pondrán a personajes menos adorados en las pistas como Alain Prost o el aún menos querido Sebastian Vettel por arriba de Senna, debido a que tienen 4 títulos mundiales contra 3 del sudamericano. De todas maneras, nadie, ni siquiera los radicales defensores de los números, dejan de reconocer el gran talento que tuvo Ayrton.
Algo parecido a lo que sucede con el paulista pasa con nuestro Juan Manuel Fangio, que ganó cinco títulos mundiales en los primeros años de la Máxima, cuando en teoría el nivel de exigencia era mayor que hoy. Y cuando digo “en teoría” me refiero al hecho de que el poco desarrollo de los autos y los circuitos de esa época hacía que las cosas fueran más intuitivas, crudas, pero no necesariamente más difíciles. De todas maneras, eso se lo tendríamos que preguntar a alguien que haya vivido esa época.
De lo que sí estamos seguros es que para resolver al mejor de la historia no hay que comparar épocas, porque si hay un deporte en el cual es imposible hacerlo es el automovilismo en general, y la F1 en este caso. Partimos de la base de que los circuitos no son los mismos, y aunque incluso lo sean, la circunstancia de cada carrera es diferente, por ejemplo por el clima.
Hay un video en YouTube donde se ve a Schumacher en su Ferrari y Hamilton en su Mercedes en el mismo circuito y dando una vuelta rápida sin tráfico. Al final Hamilton es siete segundos más rápido que el alemán, cuyo registro es de solo 15 años antes que el del británico. ¿Podría Fangio manejar con el mismo nivel de eficiencia que Hamilton, con la espectacular diferencia de potencia y velocidad entre su auto y el de Lewis? Es imposible saberlo, aunque la gran mayoría creamos que sí.