En marzo del 2016 Aston Martin ingresó al mundo de la Fórmula 1 como patrocinador de Red Bull Racing, vínculo que luego derivó en el desarrollo de un súperdeportivo conocido inicialmente como AM-RB 001, y que con el tiempo derivó en el Valkyrie, una creación conjunta con Adrian Newey, el genio detrás de los bólidos de Red Bull.
En septiembre de 2017, la colaboración entre Red Bull Racing y Aston Martin se hizo aún más fuerte cuando el equipo con sede en Milton Keynes pasó a llamarse Aston Martin Red Bull Racing. Posteriormente, se anunció la construcción de un centro de alto rendimiento en la sede de Red Bull Racing, que crearía 110 nuevos puestos de trabajo, y en donde se desarrollarían superdeportivos para la marca británica.
El problema se dio cuando el empresario canadiense Lawrence Stroll compró en 2020 la mayoría de las acciones de Aston Martin. Además era dueño del equipo Racing Point, por lo que la relación de la firma británica con Red Bull llegó a su fin y además se frenó el programa del WEC que Aston Martin enfrentaría con el Valkyrie para dar paso a su ingreso a la F1 como equipo.
Red Bull no claudica
A pesar de lo ocurrido, Christian Horner, jefe de Red Bull Racing, dijo que el equipo continuará con el desarrollo de un vehículo de competición. Claro, pasa que con el desarrollo hecho en el Valkyrie, Horner comenta que aprendió mucho sobre la construcción de un vehículo de calle, por lo que sería una pena no hacer nada más con la experiencia adquirida.
En resumidas cuentas, Horner insinúa que Red Bull Racing estaría pensando en lanzar en el futuro un hypercar, que hasta podría competir en el WEC y en las 24 Horas de Le Mans. De todas maneras, es demasiado pronto para saber si volverá a trabajar con un fabricante automotriz o si el desarrollo será completamente independiente.
Un aspecto positivo para Red Bull es que ya cuenta con motores propios, ya que Honda se irá de la Fórmula 1 y le dejará su programa a la escudería.