Finalmente, el uso de la nafta con plomo llegó a su fin en todo el mundo, luego de que este combustible altamente contaminante se dejara de ofrecer en las estaciones de servicio de Argelia en julio de 2021. Este hito global se alcanza tras una campaña de casi dos décadas de la Alianza para combustibles y vehículos limpios, liderada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Los orígenes e historia de la nafta con plomo
Desde 1922, la adición de tetraetilo de plomo a la nafta con el fin de mejorar el rendimiento de los motores de combustión se ha convertido en una catástrofe para el medio ambiente y la salud pública. En la década de 1970, casi toda la nafta producida en el mundo contenía plomo, y en 2002, cuando el PNUMA comenzó su campaña para eliminar el plomo en la nafta, esta era una de las amenazas ambientales más graves para la salud de las personas.
Gracias a que se instó a los gobiernos de todo el mundo, se pudo erradicar el uso de la nafta con plomo, luego de que este peligroso metal contaminara el aire, el polvo, el suelo, el agua potable y los cultivos alimentarios durante la mayor parte del siglo 20.
Sus consecunecias para la salud
Está comprobado que la gasolina con plomo causa:
- Enfermedades cardíacas
- Accidentes cerebrovasculares
- Cáncer
- Afecta el desarrollo del cerebro humano
Estudios sugieren que la exposición a este contaminante puede reducir el coeficiente intelectual entre 5 y 10 puntos. A la vez, se ha estimado que prohibir el uso de nafta con plomo evita más de 1.2 millones de muertes prematuras al año, aumenta el intelecto de los niños e implica ahorros de hasta USD 2.450 millones para la economía mundial.
¿Es la solución definitiva?
En la década de 1980, la mayoría de los países de ingresos altos habían prohibido el uso de la nafta con plomo, sin embargo, en 2002, casi todos los países de ingresos bajos y medianos todavía utilizaban nafta con plomo. A pesar de este progreso, la flota de vehículos global, en rápido crecimiento, continúa contribuyendo a las amenazas de la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como a la crisis climática global.
Solo el sector del transporte es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto de invernadero relacionados con la energía y se prevé que esta proporción aumente a un tercio para 2050. Si bien muchos países ya han comenzado la transición hacia la movilidad eléctrica, 1.200 millones de vehículos nuevos entrarán en las calles en las próximas décadas, y muchos de ellos utilizarán combustibles fósiles, especialmente en los países en desarrollo.