
La llegada de Mercedes al Turismo Carretera debería ser un motivo de celebración. Sexta marca, más competencia, más ruido. Pero la película no es tan simple. Detrás del entusiasmo dirigencial se esconde un patrón que hace tiempo erosiona la esencia de la categoría: la tradición ya no pesa, la historia es un adorno y el rumbo parece dictado por oportunidades de negocio más que por un plan deportivo coherente.
El nuevo equipo, con Otto Fritzler y Diego Azar bajo la atención de Maquin Parts, no es un desembarco oficial de la marca alemana, sino el proyecto privado de Prestige Auto, la empresa argentina que compró las operaciones locales de Mercedes-Benz. Y ahí está el detalle incómodo: el auto que debutará en el TC no existe en ningún catálogo mundial de la marca, pero lucirá la estrella como si tuviera pedigree de calle. Un ejercicio de marketing puro y duro.
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El TC de hoy es un collage difícil de explicar. Conviven Mustang, Camaro y Challenger -siluetas de modelos reales- con “reinterpretaciones creativas” como el Toyota Camry, y modelos de fantasía como el Torino actual… o este inédito Mercedes. No es la diversidad el problema: es que nadie se tomó el trabajo de darle sentido a la mezcla.
En este escenario, el Torino, único símbolo con ADN cien por ciento argentino, sobrevive casi como un acto de resistencia. Apenas dos autos en la grilla y cero señales de que la ACTC quiera devolverle protagonismo. Para los hinchas que siguen pintando el logo del toro en sus banderas, la indiferencia duele.
CÓMO LO VIVE EL PÚBLICO
Foto: Prensa ACTC.
En las redes sociales, la noticia de la llegada de Mercedes encendió la pólvora. Los grupos de fanáticos se llenaron de comentarios cruzados: de un lado, quienes ven el ingreso de la marca como una inyección de competitividad y de renovación; del otro, quienes consideran que es la confirmación de que el TC perdió el norte.
La reacción no sorprende. En la historia reciente de la categoría, la ACTC ha mostrado una capacidad notable para resistir la presión pública. Cambios que generaron rechazo masivo terminaron siendo aceptados con el tiempo, en parte porque la dirigencia mantuvo la decisión sin dar marcha atrás. Es un libreto que se repite: se ignoran las críticas, se espera a que la polémica se desgaste y se apuesta a que el público termine adaptándose.
La diferencia es que hoy el termómetro es otro. Antes, el malestar quedaba acotado a las tribunas y las charlas de café. Ahora, las redes amplifican cada protesta y cada burla, erosionando la imagen institucional en tiempo real. La ACTC puede apostar a que la costumbre se imponga y que, en un par de temporadas, ver un Mercedes en el TC sea parte del paisaje. Pero también puede encontrarse con un escenario nuevo: uno en el que la viralización constante de las críticas impida que el rechazo se disipe y termine por afectar la conexión emocional con la categoría.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO
Foto: Prensa ACTC.
La llegada de Mercedes podría haber sido una gran noticia si respondiera a un plan de la automotriz, con un modelo de calle y un relato que conecte con el público. Pero no: responde al empuje de Daniel Herrero, presidente de Prestige Auto y ex número uno de Toyota Argentina, que en 2022 también fue el motor del desembarco de la marca japonesa. Herrero es un apasionado del automovilismo, pero que el futuro del TC dependa de voluntades individuales habla de una falta de estrategia para tener una categoría que se modernice, pero sin perder su esencia.
Hoy la ACTC todavía puede sostenerse en la fidelidad casi tribal de los hinchas de Ford y Chevrolet. Pero ese vínculo no es indestructible. A fuerza de modelos que no existen, marcas que llegan sin compromiso deportivo y símbolos históricos relegados, se corre el riesgo de erosionar el fanatismo que hizo grande al TC.
Si la categoría sigue apostando por el impacto inmediato y deja que su historia se oxide, el riesgo es claro: se va a vaciar el significado de correr en el TC. Y cuando eso pase, ni el rugido de sus motores podrá tapar el eco de las tribunas vacías… ni el ruido de las redes cuando el público decida que el show ya no vale la entrada.
Fuente: Automundo

