
Muy pocas veces en la Fórmula 1 moderna una maniobra por el 17.º puesto genera titulares, y sin embargo, eso fue exactamente lo que logró Franco Colapinto en el Gran Premio de Estados Unidos. El argentino no solo adelantó a su compañero Pierre Gasly en las últimas vueltas de una carrera anodina para Alpine, sino que lo hizo desobedeciendo una orden explícita del equipo: quedarse atrás.
Lo curioso -y a la vez revelador- es que este pequeño gesto de rebeldía tocó una fibra sensible del automovilismo argentino. Muchos lo compararon enseguida con lo que Carlos Reutemann hizo en Brasil 1981, cuando también ignoró una orden desde el box para cederle el triunfo a Alan Jones.
Reutemann desobedeció y ganó. Tiempo después, muchos analizaron que esa decisión provocó la ruptura con el equipo y le costó, indirectamente, el campeonato frente a Nelson Piquet, pero hay una diferencia sustancial: lo de "Lole" fue por un primer puesto, en un contexto de lucha por el título. Lo de Colapinto fue por el 17º lugar…. Una orden en esas circunstancias, lejos de tener lógica deportiva, parece más un acto de control político dentro del equipo.
Colapinto no traicionó a Alpine. De hecho, su maniobra no modificó nada en términos de puntos o posiciones en el campeonato. Lo que sí hizo fue defender su dignidad como piloto. Mostrar que no está en la F.1 para obedecer mansamente, sino para competir.
UNA ORDEN QUE DECÍA MÁS DE ALPINE QUE DE COLAPINTO
La instrucción llegó por radio en la vuelta 53: “Mantené la posición”. En ese momento, Colapinto rodaba detrás de Gasly, con mejor ritmo, mejores neumáticos y todo por perder si acataba. “¿Mantener posiciones? ¡Pero él es lento!”, respondió el argentino, molesto. Y al inicio del giro siguiente, lo pasó por dentro en la curva 1 con una maniobra tan limpia como simbólica.
Más allá del lugar en la tabla, ese adelantamiento expuso algo que Alpine tal vez quería esconder: que ya no sabe ni para qué corre. Que aplica órdenes de equipo no para ganar carreras, sino para evitar que se vea en pista una interna. Y eso, en un equipo sin objetivos deportivos inmediatos, no solo suena autoritario, sino absurdo.
EL RESPALDO DE LOS QUE SABEN
Las reacciones no tardaron en llegar. David Coulthard, subcampeón del mundo en 2001, fue tajante en la transmisión: “Eso es correr. Tienes que mostrarte. Y al final fue un adelantamiento limpio”. Mientras que Jolyon Palmer, ex piloto de Renault, fue más irónico: “Importante que usen órdenes de equipo para asegurar el 17.º y 18.º, ¿no?”.
Ambos coincidieron en que Colapinto hizo lo correcto. Que no tenía sentido coartar a un piloto joven, en crecimiento, por un capricho jerárquico. Que el automovilismo se trata de correr, incluso cuando no hay puntos en juego.
¿Y AHORA QUÉ?
Foto: @AlpineF1Team.
Alpine declaró su “decepción” por el accionar de Colapinto y prometió revisarlo puertas adentro, pero también sabe que su imagen pública no quedó bien parada. En redes sociales, medios especializados y foros de fanáticos, la mayoría bancó al argentino.
“El cronómetro siempre tiene la última palabra”, dijo no hace mucho Flavio Briatore, asesor de la escudería francesa, en referencia a la lucha interna por un asiento en 2026. Y si ese cronómetro sigue mostrando lo que mostró en las últimas carreras -donde Colapinto ha sido tan rápido como Gasly, o más-, el incidente de Austin quedará como una anécdota menor.
Quizás algún día, cuando su carrera esté más consolidada, Franco recuerde este episodio como un punto de inflexión. Como el momento en el que eligió correr, aunque le dijeran que no lo hiciera. Como la vez que, desde el fondo del pelotón, decidió no ser invisible.
Fuente: Automundo

