En la Fórmula 1, los números a veces dicen más que los discursos. En Alpine, que cierra la tabla de la Copa de Constructores, las estadísticas internas se leen como radiografías de poder. Y en la que más duele -el duelo directo entre compañeros- Franco Colapinto quedó a tiro de Pierre Gasly: 7–5 en clasificación y 7–5 en carrera. Para un piloto con apenas 20 Grandes Premios, enfrentar de igual a igual a uno con 171 ya es suficiente para cambiar el tono de las reuniones en Enstone.
El campeonato dice que Alpine es el peor equipo de la grilla. Pero la batalla real se libra puertas adentro, donde cada décima se traduce en jerarquía. Gasly, con ocho años de experiencia y una victoria en F.1, apenas le sacó dos sábados y dos domingos a Colapinto. En números crudos, un 58% contra 42%. El argentino, que debutó en la Máxima hace un año con Williams, fue más regular que rápido; pero en un auto errático y sin evolución, esa regularidad vale oro.
EL HISTORIAL QUE DA CONTEXTO AL 7–5
Foto: Prensa Alpine/Steven Tee/LAT Images.
Gasly solía ser un hueso duro de roer. A Daniil Kvyat le ganó 19–7 en clasificación y 14–12 en carrera, a Yuki Tsunoda 33–11 y 30–13, y a Brendon Hartley 15–9 y 14–9. Solo Esteban Ocon lo emparejó cuando ambos compartieron Alpine (25–20 en qualy y 21–23 en carrera). Y Max Verstappen, claro, lo pulverizó en 2019 con un 11–1 en ambos frentes. Colapinto se inscribe en esa minoría que le planta cara: en su primera docena de GP con Alpine, ya está al nivel del mejor Gasly, pero con un auto que ni siquiera figura en el Top 10.
La progresión de Franco en la Fórmula 1 fue tan rápida como atípica. Llegó a Alpine en la séptima fecha del campeonato, en Imola, para reemplazar a Jack Doohan, que apenas había logrado 1–6 en clasificación y 2–5 en carrera frente a Gasly. El argentino aterrizó en un contexto adverso: un equipo último en el campeonato, un auto errático que ni sus propios ingenieros terminaban de entender y la presión constante de Flavio Briatore, más crítico que mentor en sus primeras apariciones.
UNA EVOLUCIÓN CONSTANTE
Foto: Prensa Alpine/Rudy Carezzevoli/Getty Images.
Las primeras competencias de Colapinto en Alpine, antes del paréntesis veraniego, fueron casi una pretemporada a cielo abierto, un proceso para decodificar un monoplaza sin referencias estables. Pero tras el receso, Franco cambió de tono: empezó a clasificar más arriba, a sostener el ritmo en carrera y a marcar tiempos parejos en tandas largas.
Así, el duelo directo con Gasly quedó 7–5 en clasificación y 7–5 en carrera a favor del francés, aunque el de Pilar no corrió el GP de Gran Bretaña por problemas en su auto y en dos GP’s Alpine le ordenó levantar cuando luchaba la posición con el galo, algo que habría modificado la estadística.
La comparación gana fuerza si se considera que Colapinto enfrentó a un rival con 171 Grandes Premios, mientras que Doohan, con experiencia similar a la suya, fue claramente superado. El argentino no solo resistió el golpe técnico de un auto poco competitivo, sino también el político: bajo la mirada filosa de Briatore, convirtió la incertidumbre en aprendizaje y ya habla el mismo idioma que Gasly, tanto dentro del box como en la pista.
El 7–5/7–5 no es una victoria ni una derrota. Es una tendencia. En el paddock, esas curvas cuentan más que los puntos, sobre todo cuando un piloto joven logra lo que pocos consiguieron: igualar al francés en ritmo, consistencia y adaptación.
En un año gris para Alpine, Colapinto construyó su propio campeonato dentro del equipo: entender el auto, resistir la presión y recortar distancias con un piloto mucho más experimentado. Mientras el A525 sigue sin rumbo, el argentino encontró el suyo y ahora brilla donde pocos miraban: en el duelo más íntimo que puede tener un piloto de Fórmula 1, con su propio compañero.
Fuente: Automundo
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