El Círculo de Periodistas Deportivos volvió a elegir a un nombre que no admite discusión en el automovilismo argentino actual. En los Premios Olimpia 2025, la terna de Automovilismo y el Olimpia de Oro, el reconocimiento más relevante de la premiación, fue para Agustín Canapino, protagonista de una temporada dominante en su regreso definitivo al país tras su etapa en la IndyCar Series.
Canapino ganó campeonatos, carreras y centralidad. Fue el piloto más efectivo del año. Y eso, para los periodistas del CPD, suele ser argumento suficiente.
TRES CAMPEONATOS EN UN AÑO

Foto: Prensa Premios Olimpia 2025.
En su primer año completo tras su incursión en el automovilismo estadounidense -que culminó abruptamente a fines de julio de 2024-, el arrecifeño fue campeón del Turismo Carretera, un título pesado, histórico, federal y el que define trayectorias en la Argentina. Hasta ahí, ningún matiz posible.
También se consagró en TC Pick-Up, una categoría joven que disputó ocho de sus once fechas en el autódromo de La Plata y está muy lejos del peso simbólico y deportivo del TC tradicional.
Y completó el año con el campeonato de Tur Car 2000, categoría telonera que funcionó como complemento del TN APAT y el Turismo Pista. Una especialidad sin trayectoria ni volumen suficientes como para colocarla en el mismo plano que las grandes coronas del automovilismo argentino.
Muchos lo vendieron este triplete como una Triple Corona: un calificativo atractivo desde lo discursivo, aunque no del todo preciso, ya que dos de los tres títulos no tienen el peso histórico necesario como para sostener esa etiqueta sin forzar el concepto.

Agustín Canapino logró su quinto cetro en el Turismo Carretera. Foto: ACTC.
Dicho esto, conviene separar las cosas. Canapino no necesita slogans inflados para explicar su 2025. Ganó donde había que ganar, venció en todas las categorías en las que participó -incluyendo TN APAT y Turismo Pista- y volvió a marcar una diferencia clara respecto del resto del pelotón.
Su Olimpia de Oro no se sostiene en una narrativa artificial, sino en una realidad concreta: fue el piloto más ganador, más regular y más visible del calendario nacional. Punto. El problema aparece cuando se intenta elevar esa temporada a una dimensión histórica que no tiene, aunque sí pesa en la estadística.
La comparación se vuelve inevitable al observar la terna que dejó en el camino: Franco Colapinto, único argentino en la Fórmula 1, aunque sin grandes resultados; y Nicolás Cavigliasso, autor de un hecho sin precedentes al ganar el Rally Dakar en la categoría Challenger y consagrarse campeón mundial de rally-raid en el mismo año.

Nicolás Cavigliasso y Valentina Pertegarini, la dupla que hizo historia en el Dakar y el W2RC. Foto: Prensa Premios Olimpia.
En términos estrictamente históricos, lo de Cavigliasso es incomparable. Pero el Olimpia no mide épica internacional ni complejidad deportiva: mide impacto local, continuidad y cercanía con el público. Ahí, Canapino juega de local todos los fines de semana.
EL OLIMPIA COMO ESPEJO DEL SISTEMA
El Olimpia de Oro 2025 no es una injusticia. Es una fotografía. Una instantánea bastante fiel de cómo se jerarquiza hoy el deporte argentino desde el voto periodístico: qué disciplinas pesan más, cuáles generan mayor identificación inmediata y qué historias resultan más fáciles de contar sin demasiadas explicaciones.
Canapino fue el mejor del año en el automovilismo argentino. Sin discusión. Ganó más que nadie, fue más regular que todos y sostuvo una presencia constante en el centro de la escena. Eso, en un sistema que privilegia la continuidad y la cercanía, suele inclinar la balanza.

Foto: Prensa ACTC.
El problema aparece cuando la votación prescinde del contexto. Cuando no se pondera la dimensión real de cada logro, su dificultad específica, su marco internacional o su valor histórico. Cuando se igualan títulos desiguales y se simplifican trayectorias complejas para que entren en una lógica rápida, digerible y popular.
En ese escenario, el Olimpia deja de ser solo un premio al rendimiento deportivo y pasa a funcionar como un termómetro de visibilidad. De impacto. De cuánto resuena un nombre más allá de lo que exige explicarlo.
Canapino ganó el Oro porque fue el piloto más fuerte del calendario local y porque juega, todos los fines de semana, en el territorio donde se construye el relato. Reconocer eso no lo empequeñece. Al contrario: lo ubica exactamente donde corresponde.
Porque cuando el análisis se aplana y todo se vuelve épico por defecto, el mérito pierde escala. Y el verdadero valor del 2025 de Canapino no está en cómo se lo rotula, sino en algo mucho más simple y contundente: dominó el automovilismo argentino como nadie
Fuente: Automundo
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Florencia Sigot
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