Con la llegada del otoño y el fin del verano, no solamente el clima meteorológico cambia, sino que el clima comercial también. A partir de abril, los 0km tendrán una sacudida en sus precios, con un promedio de aumentos del 4% y la reducción de descuentos y promociones que tanto habían florecido en los últimos tiempos.
Según consigna el diario económico Ámbito Financiero, las dos grandes causales de esto son la devaluación del peso (o bien el aumento del dólar) y la lenta mejora económica (no política) de Brasil. Con respecto a lo primero, la lógica es simple. Con un peso depreciado, el valor de los productos crece conforme al cambio. Por otra parte, al no exisitir un gran excedente del país vecino, las promociones originalmente pensadas para reducir el stock de las terminales disminuyen.
General Motors ya dio a conocer sus precios para el mes a su red de consecionarias, con aumentos máximos del 6,5% y un promedio de circa 4%. Toyota también anunció aumentos varios, con un promedio del 2,5%. Renault y Volkswagen todavía no han lanzado ningún dato, pero los ojos están clavados en la segunda. Al ser líder indiscutida del mercado, la empresa alemana marca el ritmo a sus competidoras.
¿Y ahora?
El aumento de precios tiene una consecuencia que anticipamos. La falta de facilidades para conseguir autos nuevos hace peligrar el objetivo de la fabricación de 750.000 autos anuales planteados en el Plan 1 Millón. Esta iniciativa oficial viene sumando traspiés y alejándose de su idea original.
Si la industria automotriz se resintiera, los coletazos no tardarían en impactar de lleno a la política industrial y laboral del gobierno de Cambiemos. El sector productivo, que aún siente el fuerte cruce fuerte de la Unión Industrial con el ministro de Producción, está alerta. Y los trabajadores, también.