Parece que los vehículos autónomos no son tan seguros como se creía. Así lo demostró un estudio realizado por el Insurance Institute for Highway Safety -IIHS-, cuyo resultado no coincide con los pronósticos sobre la tecnología autónoma, en la que se presume que los accidentes algún día podrían ser cosa del pasado.
Si bien los autos totalmente autónomos identifican los riesgos mejor que las personas, esto no es suficiente para que se eviten la mayor parte de los choques. Ello sucedería si esta tecnología se pudiera programar específicamente para priorizar la seguridad sobre la velocidad y la conveniencia.
Para estimar cuántos accidentes se podrían evitar con la tecnología actual de los autos autónomos, diseñados para tomar las mismas decisiones que los humanos ante una situación de riesgo, los investigadores del IIHS examinaron más de 5.000 siniestros, todos reportados en Estados Unidos.
Tras revisar los casos, el IIHS los dividió en cinco categorías:
- Los errores de "detección y percepción" incluyeron cosas como distracción del conductor, nula visibilidad y el no reconocimiento de los peligros antes de que fuera demasiado tarde.
- Se produjeron errores de "predicción" cuando los conductores juzgaron mal cierta distancia en medio del tráfico, calcularon incorrectamente qué tan rápido iba otro vehículo o hicieron una suposición incorrecta sobre lo que iba a hacer otro conductor.
- Los errores de "planificación y decisión" incluyeron manejar demasiado rápido o demasiado lento para las condiciones del camino, hacerlo agresivamente o dejando muy poca distancia con respecto al vehículo que se encuentra adelante.
- Los errores de "ejecución y rendimiento" incluyeron maniobras evasivas inadecuadas o incorrectas, sobrecompensación y otros errores en el control del vehículo.
- La "incapacitación" implicaba discapacidad debido al uso de alcohol o drogas, problemas médicos o simplemente quedarse dormido al volante.
Los investigadores también determinaron que algunos choques eran inevitables, como los causados por una falla del vehículo -estallido de un neumático o un eje roto-.
Considerando que los autos autónomos evitan los accidentes causados por incapacitación o errores de percepción de los conductores, apenas evitarían el 24% y 10%, respectivamente. Por ende, serían capaces de salvar solo un tercio de los accidentes que se producen.
Para lograr una tasa de cero accidentes todos los vehículos deberían ser autónomos, estar equipados con sensores que funcionen perfectamente y contar con sistemas sin fallas. Además, también tendrían que estar programados específicamente para evitar errores de predicción, toma de decisiones y rendimiento.