Con mucha frecuencia me escriben en las redes sociales sobre si existe la superioridad de una marca sobre otra, por ejemplo, quieren si Mercedes-Benz es mejor que BMW o viceversa, y lo mismo pasa con Honda-Toyota y Subaru-Mazda, por ejemplo. Mi respuesta es siempre la misma: es más precisa la comparación hecha por modelos que por marca, porque en casi todas hay productos buenos, mediocres y directamente malos.
En el caso de Nissan, hace dos años era difícil encontrar un vehículo que realmente sobresalga entre sus rivales, con la excepción de las pick-ups y algunos deportivos. Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar drásticamente para mejor con el nuevo Versa.
Luego de haber sido un auto superior a sus rivales en términos precio/calidad en 2011 (cuando fue lanzado al mercado), el sedán había estado relegado a la mediocridad, al papel de un auto que cumplía la función de llevar a las personas de un lado a otro pero nada más. Si bien era fiable (como casi todo en la marca japonesa) el Versa pasó a ser (al igual que la gran mayoría de sus “hermanos”) un auto que se quedaba atrás del resto en cuanto a su motor, manejo, consumo (que era malo con caja automática pero bueno con manual) y principalmente en cuanto a seguridad.
Llegó la renovación del Versa y con ello algo espectacular. Es cierto que perdió espacio atrás al adoptar la plataforma del Kicks, pero después ganó en todo lo demás y hasta pasó a ser, en su versión más equipada, el auto más seguro no solo de su segmento, sino también del segmento inmediatamente superior.
Con el Sentra la evolución fue similar: pasó de ser la opción menos recomendable en su categoría a una de las mejores. Al igual que el Versa, resultó el más seguro de su segmento (los sedanes medianos), pero además fue más allá al regresar a esa categoría la suspensión trasera independiente y caja manual, lo que hizo que los amantes de controlar el manejo encontraran en el Sentra esa posibilidad sin sacrificar tanto en el equipamiento, como sucede con sus rivales.
Expectativa y realidad
Lo sucedido en Nissan se replicó en la Frontier, con una evolución que incluso merece más aplausos que las mencionadas anteriormente, porque no es muy difícil evolucionar autos mediocres como los anteriores Versa y Sentra, pero hacerlo con productos líderes y competitivos como la pick-up sí exige un mayor nivel de esfuerzo e inversión. Nissan sorprendió a muchos, incluyéndome.
La realidad es que con sus productos renovados Nissan elevó mucho el nivel de expectativa para las futuras renovaciones, y dos de los modelos que más necesitaban cambios positivos eran el Kicks y el March. Lamentablemente, las altas expectativas chocaron contra la pared de la realidad.
Muchos (acá sí que no me incluyo) esperaban que el nuevo March fuese el Micra vendido en Europa, un muy buen producto pero un tanto caro y que hubiese obligado a Nissan a perder público en uno de sus segmentos de mayor volumen. Entonces, el March recibió un cambio estético importante en el frente y mejora bastante en seguridad al ganar seis bolsas de aire en todas sus versiones, pero eso no fue suficiente para que no aumente su precio.
Lo cierto es que, como no cambia estructura, hubiera sido mejor ponerle cuatro bolsas y control de estabilidad. Además, su evolución no es equivalente a la de Versa y Sentra ya que, por ejemplo, mantiene la caja de 4 cambios y por ende un consumo mayor del que tendría con una CVT, además de la ausencia de ESP.
En el Kicks los cambios son similares, debido a que ahora cuenta con seis bolsas y ESP en todas las versiones, un poco más de equipamiento y un nuevo frente. Al igual que con el March, el precio aumentó considerablemente.
En resumidas cuentas, ambos evolucionaron bien pero no tanto como el Versa, Sentra y la Frontier, ya que no hay versión de March o de Kicks sobre la que no haya dudas de que es la mejor opción en su clase. Nissan nos mal acostumbró y me hizo recordar -y reforzar- lo que siempre digo y mencioné anteriormente en esta columna: las marcas no se comparan directamente, hay que analizar producto por producto.