Mazda nos ha sorprendido a lo largo del tiempo con autos como el Cosmo, toda la familia RX y por supuesto, su siempre popular y excelente Mazda MX-5 o Miata y si bien algunos consideran que es demasiado chico, en la historia de la marca hay otro modelo que buscó llevar esa emoción a un formato aún más reducido, el legendario Autozam AZ-1.
“Keijidōsha” es el nombre en japonés que reciben este tipo de autos, los Kei Car, cuyo nacimiento se dió de la necesidad de movilizar a un país en serios problemas después de la Segunda Guerra Mundial. La premisa detrás de estos autos era la de tener pequeños utilitarios para movilizar las actividades del país, recibíendo ventajas fiscales su tamaño y poco uso de materiales para su fabricación.
Gracias al éxito de este tipo de autos en Japón hay toda una cultura al rededor de ellos, que sigue hasta nuestros días y que ha evolucionado tanto al punto de que podemos ver pick-ups, minivanes, sedanes y hasta deportivos en formato Kei Car.
Si bien este segmento nació en los 50, recién a mediados de los 80s Mazda quiso crear un deportivo pequeño que llevara la ingeniería de un superdeportivo al tamaño miniatura de los kei car y empezó a trazar las bases de su auto con el apoyo de otra marca con experiencia en el tema.
Para ese momento Suzuki ya tenía un gran entendimiento de los kei car y entre ambos no tardaron mucho en tener varias propuestas listas para presentar en forma de concept. El Auto Show de Tokio de 1989 fue el lugar elegido para mostrar tres pequeños autos con motor central llamados Type A, B y C.
El Type A es el que más se acercaba al AZ-1 final con cierto diseño de cuña tan popular en aquellos años, pero también con un corte mucho más agresivo y ciertos rasgos, cómo las tomas de aire laterales que emulaban a la Ferrari Testarossa.
El Type B se mostraba algo más simple, con un diseño no tan llamativo, pero aún así manteniendo las formas d aun deportivo, mientras que el Type C fue el que más emocionó a todos, con un diseño similar a un Porsche 962 en miniatura, es decir, el auto de Grupo C que competía en categorías de resistencia. El Type C hasta llevaba llantas aerodinámicas, alerón en forma de cola de ballena y una cabina que parecía más una cúpula.
Cómo dato curioso podemos recordar que el desarrollo de este auto estuvo a cargo de uno de los ingenieros más influyentes de todo Japón, el mismo Toshiko Hirai, responsable de crear al Mazda MX-5.
Teniendo en cuenta quien lideró el proyecto y las marcas involucradas, el Autozam AZ-1 tenía la receta perfecta para ser todo un auto para conductores y al ver de sus especificaciones era fácil notar que tenía todo lo necesario para fascinar a sus futuros dueños.
Para darnos una idea de su tamaño, pongámoslo así: Un Chevrolet Spark con sus casi 3.5 metros de longitud es 30 cm más largo que un Autozam AZ-1 que por muy poco rompía la barrera de los 3.2 metros.
Ahora sí, para hablar de sus capacidades, lo primero que debemos saber es que en báscula a penas marcaba unos 720 kg, es decir, casi 70 kg más ligero que un Fórmula 1 de nuestra era. Aunque su motor de tres cilindros y 657 centímetros cúbicos (0.6 litros) resultara pequeño, la ayuda de un turbo le permitía entregar 63 CV y 85 Nm de par. Este pequeño bloque se colocaba a espaldas de la cabina y se acoplaba a una transmisión manual de 5 cambios que lleva todo el poder solo al eje trasero.
Las cifras del Autozam AZ-1 no eran nada de otro mundo, su velocidad punta era de 140 km/h y el 0-100 km/h de 11.5 segundos aproximadamente. Su fuerte era la manera de moverse, se trataba de un auto casi sin filtros que le comunicaba absolutamente todo al conductor, desde el nivel de agarre en las ruedas delanteras, hasta la dirección que tomaba el eje trasero, pasando transferencias de peso, etc.
Si bien ofrecía desempeño, ligereza y diseño disruptivo, con puertas de alas de gaviota, el Autozam AZ-1 no despuntó como lo hicieron sus rivales más cercanos: los Honda Beat y Suzuki Capuccino. Lo anterior se debió a su precio que era similar al de un MX-5, que era más refinado, amplio, poderoso y útil, por esa razón este pequeño superdeportivo fue superado en ventas por sus rivales en una proporción de 7:1.
Durante los años que estuvo a la venta, solo logró colocar unas 4.500 unidades de este pequeño samurai, mientras que sus rivales rompieron la barrera de los 25.000 sin problemas y eso hizo que luego de cuatro años de vida, Mazda decidiera cancelar su producción.
Hoy la cosa se invierte, la calidad de su manejo y su “rareza” lo han hecho un kei car de culto, que recupera cada vez más precio ante su competencia, incluso en Japón son altamente codiciados ya sea para colección o para ser modificados alcanzando hasta casi el triple de su poder.