
El equipo Alpine de Fórmula 1 anunció, sin previo aviso, la renuncia de Oliver Oakes. Una línea seca, quirúrgica: “el equipo ha aceptado su renuncia con efecto inmediato”. Nada más. Pero detrás del comunicado se esconde mucho más que un simple cambio de timón. Se avecina una tormenta… y lleva el nombre de Franco Colapinto.
La caída de Oakes no es un hecho aislado: es la ficha que libera el dominó interno que se venía conteniendo con alambres, y en ese efecto en cadena, la próxima víctima es Jack Doohan, el piloto australiano que arrancó el 2025 sin puntos y sin respaldo; el mismo piloto que tenía a Oakes como su principal escudo, y que, salvo que ocrurra un milagro o una contraorden de último minuto, será reemplazado por el argentino a partir del Gran Premio de Emlia-Romagna en Imola.
BRIATORE REGRESA: UN VIEJO ZORRO AL MANDO
La salida de Oakes no deja un hueco cualquiera: será ocupado por nada menos que Flavio Briatore. Sí, el mismo que fue sancionado tras el escándalo del Crashgate en Singapur 2008, y el que alguna vez llevó a Fernando Alonso a ser bicampeón del mundo. El empresario italiano vuelve a sentarse en la cima de un equipo de F.1 por primera vez en 16 años, ahora con poder total: de asesor ejecutivo pasó a jefe en funciones en un movimiento tan audaz como inquietante.
En este nuevo tablero, no hay lugar para medias tintas. Briatore no cree en proyectos a largo plazo sin resultados. Lo dejó claro con sus intervenciones desde que fue nombrado asesor en 2024: quiere eficacia, quiere marketing, quiere nombres. Y Franco Colapinto —joven, carismático, con pasado en Williams y un país entero detrás— cumple con todos esos casilleros.
COLAPINTO, EL ELEGIDO SILENCIOSO
Mientras Jack Doohan hacía malabares en la pista y esquivaba rumores fuera de ella, Colapinto aguardaba en silencio. Desde enero, cuando Williams aceptó su salida para convertirse en piloto reserva de Alpine, el argentino jugó su partida con paciencia de ajedrecista. Ya conocía el sabor de la F.1 tras sus nueve carreras en 2024, pero también el precio de no tener un asiento confirmado. Hasta ahora.
Ya todo el mundo sabe que Alpine ya tomó la decisión: Franco será titular desde Imola. Aunque el anuncio oficial no se espera en las próximas horas, todo el contexto empuja en esa dirección. Se fue Oakes. Llegó Briatore. Y la historia se repite: un piloto cae, otro se sube. Pero esta vez, es un argentino el que regresa.
DOOHAN, EL PILOTO SIN RED
Jack Doohan empezó 2025 con la mochila llena: presión por sumar puntos, un coche limitado, y una estructura interna que crujía. Su mejor resultado fue un 13º puesto en China, favorecido por tres descalificaciones ajenas. Nada más. Pero más allá de los números, lo que más le pesaba era la soledad política. Su único respaldo era Oakes. Ahora, sin él, está expuesto.
En las últimas declaraciones, el australiano había intentado mostrarse firme: elogió la frontalidad de Briatore, defendió su método directo, pero sabía que su tiempo se acortaba. Ahora, con su padrino fuera del equipo, su permanencia se vuelve insostenible. En la Fórmula 1, no basta con resistir: hay que convencer. Y Doohan, lamentablemente, no lo hizo.
ARGENTINA Y EL SUEÑO QUE NO SE RINDE
Si se confirma lo que ya todos saben pero nadie firma, Franco Colapinto se convertirá en el primer argentino en disputar dos temporadas consecutivas en Fórmula 1 desde Gastón Mazzacane a comienzos de siglo. Es mucho más que un regreso: es la reafirmación de un talento que se abrió paso entre presupuestos extranjeros y decisiones corporativas.
Para Alpine, su llegada también representa una inyección de entusiasmo. Franco trae consigo el empuje de una nación tuerca, el apoyo creciente de sponsors nacionales —algunos dispuestos a triplicar su aporte según trascendidos— y un futuro con proyección comercial. No es sólo velocidad: es historia, mercado, identidad.
UN VOLANTAZO QUE REESCRIBE LA GRILLA
La salida de Oliver Oakes reconfigura el mapa interno de Alpine. Con Flavio Briatore a los mandos, el equipo francés se convierte en una estructura más vertical, más ejecutiva, más enfocada en resultados inmediatos. Y en esa lógica, Colapinto encaja como anillo al dedo.
Las próximas horas pueden ser claves. El anuncio oficial aún no llegó, pero el escenario ya está montado. Si todo sigue su curso, en Imola flameará una bandera celeste y blanca en la parrilla. Una que no llega por casualidad. Una que viene empujada por años de lucha, talento y política.
Porque en la Fórmula 1, como en la vida, no gana el que acelera más rápido. Gana el que sabe cuándo frenar, cuándo esperar… y cuándo atacar.
Fuente: Automundo

