Para muchos puristas en el mundo de los superdeportivos, un descapotable es un bicho raro. Sucede que para éstos hay que hacer muchas concesiones dinámicas a cambio del aire libre. Sin techo hay menos rigidez en la estructura, lo que obliga al fabricante a generar refuerzos extras que aumentan el peso, limitando la velocidad.
Bueno. Todo lo que dijimos no importa, porque McLaren así lo dice. La marca de Woking se jacta de haber creado el descapotable supremo, el 720S Spider, con las mismas capacidades que la versión coupé, sin añadir peso extra y sin sacrificar su dinamismo, con la ventaja única de poder correr con el viento pegando en la cara.
El McLaren 720S Spider es el segundo modelo de la Super Series de McLaren y ofrece las mismas cifras extraordinarias que ya portaba el 720S Coupé: un 0 a 100 km/h en 2,9s y una velocidad máxima de 341 km/h... ¿hay más magia? Lo manejamos en una prueba global organizada por la marca en las rutas de Arizona y te vamos a contar qué onda, aunque creo que eso ya lo puedes intuir.
¿Pesado yo? No, ni ahí
Partamos por lo primero. El McLaren 720S Spider está construido sobre la misma estructura que da vida al 720S Coupé y a todos los hiperdeportivos que ha lanzado la marca hasta ahora, incluyendo el P1, el Senna y el futuro Speedtail, aunque a este último habrá que esperarlo un tiempo.
¿Cuál es esa base? Por si no estás familiarizado con la marca, McLaren es un especialista en fibra de carbono desde que lo utilizara por primera vez en uno de sus bólidos de la F1 allá a principios de los años 80. Y hoy, todos sus autos de calle son un culto a este material compuesto.
La base de todo McLaren de calle es un monocasco extremadamente ligero y rígido (Monocage II), al que se le añaden los subchasis de aluminio, que también es bastante ligero, y lo recubre con una carrocería de fibra de carbono. Sólo para hacerse una idea, el 720S normal marca en la balanza 1.283 kg en seco, nada para un auto de 4,54 metros de largo y dos metros de ancho.
Comparado con la coupé, el nuevo McLaren 720S Spider pesa apenas 50 kg más, lo que es nada considerando que incluye el motor de accionamiento del techo y el sistema hidráulico que lo mueve.
La marca debió realizar dos o tres modificaciones menores en el chasis (que ahora se llama Monocage II-S) para garantizar el buen funcionamiento del techo. Primero, añadió un riel sobre el borde del parabrisas para incluir los ganchos de cierre; luego, incorporó una nueva sección por detrás de los asientos a modo de marco del techo, y finalmente le quitó los marcos a las ventanas de las puertas.
A eso se suma el techo, que es de una sola pieza continua, y se acciona en apenas 11s y en movimiento hasta los 50 km/h. Puede elegirse de fibra de carbono o en vidrio electrocromático de opacidad variable, que cambia su color a través de un botón. Este techo pesa 3,5 kg extras, pero ofrece una experiencia sensacional si por el frío decides manejar con el techo en su sitio.
El alma de la Araña
Sin compromisos, el 720S Spider acelera de 0 a 100 km/h en 2,9s, el mismo tiempo que le toma a la coupé. A partir de aquí es ligeramente más lento, imperceptiblemente: pasa por los 200 km/h en 7,9s (+0,1s) y llega a 300 km/h en 22,4s (+1s). Ambos, eso sí, alcanzan el tope de 341 km/h y lo más sorprendente es que si se quiere llevarlo al límite con el viento en la cara, alcanza impresionantes 327 km/h.
Tan rápido va y tan rápido frena, gracias a sus discos carbono cerámicos de 12,4" adelante y 15" atrás, con pinzas de seis y cuatro pistones respectivamente. Al igual que la coupé, el 720S Spider se detiene de 200 km/h a 0 en 118 metros y 4,6s, y de 100 a 0 en 30,3 metros y 2,8s. Impresionante.
El corazón de este deportivo es el mismo de todos. Hablamos del V8 4.0 L biturbo que eroga 720 CV y 770 Nm de torque, y que está asociado a una caja automática de doble embrague que manda el par al eje posterior.
La suspensión, en tanto, es el sistema Proactive Chasis Control II, una evolución que raya en la perfección del sistema lanzado en 2011. Opera con una serie de circuitos hidroneumáticos que le permiten omitir las estabilizadoras tradicionales, manteniendo el auto totalmente pegado al piso, sin sacrificar el confort de marcha. Así, si el 720S ya era el superdeportivo más cómodo del mercado (no al nivel de un GT, pero mejor que cualquiera de sus competidores), el Spider va en la misma línea.
Otro de los puntos sobresalientes de este modelo es la dirección, precisa como pocas y con mucha respuesta. Con mirar hacia donde queremos ir, el 720S Spider va hacia allá sin perder de tiempo ni tener que hacer correcciones en el camino. Una delicia.
Políglota
Hace un tiempo te contamos nuestra experiencia con el 600LT Spider, que pudimos probar en exclusiva para Latinoamérica en un evento organizado por la marca en Arizona, evento cuya segunda parte era la prueba del 720S Spider. El 600LT Spider lo manejamos en rutas y circuito, pero con su hermano mayor utilizamos autopistas en muy buen estado.
¿Y qué nos pareció? Soberbio y políglota, vistoso como cualquier deportivo alemán, dinámico como el más feroz de los descapotables italianos y tan cómodo como alguno de los GT británicos por excelencia.
Partamos por lo primero: subirse al auto, algo que ni describiríamos manejando un sedán o una SUV cualquiera, pero en un deportivo de esta estirpe, el acceso y la posición de manejo sí es relevante.
Ratificamos con el Spider la ganada reputación de habitabilidad que tiene el 720S. Primero, por el zócalo del monocasco es bajo y no hay que dar una gran zancada para acceder al auto. La butaca, si bien es deportiva, no es un elemento de tortura moderno. Va anclada abajo, por supuesto, pero recibe bien cualquier tipo de cuerpo, lo envuelve con suavidad y le presta todo el soporte que se requiere en curva sin maltratar los riñones.
Por si fuera poco, el punto más débil de cualquier descapotable es su visibilidad, y acá nuevamente sorprende la amplitud de visión que se tiene desde el puesto de manejo, gracias a que no todo está diseñado en formato pequeño. McLaren indica que diseñó una parte trasera baja y añadió una ventanilla entre los cabezales para que mirar por el espejo central tenga algún sentido.
El 720S Spider ofrece el mismo cuadro digital de doble uso que debutara en la coupé. Para la calle y carretera muestra una pantalla grande con mucha información, pero con sólo presionar un botón, esta pantalla se esconde, dejando a la vista un pequeño display con los datos básicos necesarios para su uso en circuito.
En el centro del tablero descansa un sistema multimedia con pantalla de 8”, mientras que la consola central es minimalista y luce muy pocos botones incluyendo los de la caja. ¿Opinión? Los deportivos deben ser austeros y funcionales y el 720S Spider lo es en su diseño, pero ofrece una alta sensación de calidad, incluso lujo, algo que a Ferrari le costó años entender.
Del motor ya hemos escrito algo cuando probamos el 720S Coupé. Es reactivo, sin el más mínimo turbolag, es muy lineal en su aceleración y es capaz de empujar hasta entradas las 8.000 rpm, pero su mejor rango de uso es el medio, entre las 3.000 y 6.000 rpm. Ahí se desenvuelve a la perfección. Pero un buen motor no es nada sin una buena transmisión, y esta caja de siete cambios de McLaren es soberbia también, funciona con gran eficiencia hacia arriba y hacia abajo, con una velocidad acorde.
El paso por curva es impresionante, el auto no rola, dobla realmente plano y es capaz de mantener la línea incluso si adelantamos la pisada al acelerador buscando un pequeño derrape. Todo eso lo hace natural, he aquí su gran virtud, es emocional a rabiar, y cuando se acelera nos recuerda vívidamente que se trata de un McLaren. Pero con sus 720 caballos y todo lo demás, es tan sencillo de conducir como un Toyota Yaris.
El 720S es una cosa más pura, sin duda. Estilizado diseño coupé, un tremendo tren motriz y una aerodinámica pensada al detalle lo convierten en un súper auto muy delicioso pese a no ser italiano.
Un descapotable es otra cosa que una coupé. Puede ser tan rígido y dinámico como su hermano, incluso igual de veloz. Pero no tiene techo, o lo que es mejor, tiene el mismo techo pero se le puede quitar, ofreciendo una sensación de libertad única.
Un descapotable te permite estar más inmerso en las sensaciones que genera el auto, escuchando el fantástico sonido del motor, sintiendo el viento en la cabeza, percibiendo los olores, admirando el entorno, disfrutando a rabiar la conducción. Un descapotable es único por la experiencia que transmite y eso vale cada dólar extra que se debe pagar por él.