La historia del Clase A es bastante conocida, nació como un MPV compacto que llevaría a la marca a las nuevas generaciones, pero volcó en el famoso Test del Alce, llegó a ser producido en Brasil restándole prestigio, y su carreteo se volvió más largo de lo esperado. En Argentina nos salteamos la segunda generación, solo recibimos a su hermano mayor, el Clase B, pero ahora, renace la esperanza.
El nuevo Clase A cambia de paradigma, de auto pequeño pero muy espacioso adentro, pasa a convertirse en un hatchback mediano de estilo deportivo apuntando al segmento donde Audi reina con el A3 y BMW da batalla con el Serie 1. La idea, rejuvenecer la marca de abajo hacia arriba (modelos como el Clase E recibieron facelift con el nuevo estilo del A) para alcanzar a las próximas generaciones de consumidores premium. ¿Tiene con qué?
Técnica y seguridad
El nuevo Clase A comparte plataforma con el B y se despide de la anterior estructura con piso doble que dejaba parte de la mecánica en sándwich. Además, cambia radicalmente sus proporciones, de flaco, corto y alto, pasa a ser bajo y ancho, reforzando su nuevo carácter deportivo. Las suspensiones delanteras son McPherson y atrás hay un sistema multibrazo.
Mecánicamente sigue siendo de tracción delantera con dos variantes de motor (en Argentina) ambas de cuatro cilindros, 16V e inyección directa, un 1.6L (A200) de 156 CV y generosos 250 Nm entre 1.250 y 4.000 rpm, que probamos aquí y un 2.0L (A250) de 211 CV y 350 Nm. Las transmisiones pueden ser manual de 6 cambios o automática 7G-DTC de doble embrague y siete relaciones.
En el apartado de seguridad ofrece casi todo con 7 airbags, incluyendo el de rodillas para conductor, luces bi-xenon, ABS, ESP y Sistema de alerta por cansancio, por nombrar algunos de los dispositivos.
Diseño
Ya hablamos de las proporciones deportivas del nuevo Clase A, ahora hay que sumar que su silueta simula a la de un vehículo con tracción trasera recurriendo a un capot largo y una zaga maciza. Se suma una línea acristalada reducida hasta casi la mínima expresión y las nuevas líneas de expresión de Mercedes formadas por dos aristas laterales que refuerzan los guardabarros y aportan dinamismo.
Visto en general, luce como una nueva interpretación del Flame Surfacing, el lenguaje de diseño utilizado por uno de sus principales competidores, aunque el Clase A es perfectamente reconocible como un Mercedes de última generación.
El frente y la retaguardia, especialmente en las luces con LEDs, demuestran que Mercedes aprendió a darle un toque de pirotecnia a sus autos. Se destaca la parrilla flotante (nuevo estilo de la marca) y las tomas grandes dinámicas inferiores de corte sinuoso.
Interior
Puertas adentro sigue lo visto en el Clase B, en un claro intento de la marca por generar un ambiente sobrio y elegante, pero juvenil. La calidad de materiales y de construcción es muy buena, sin embargo, aquí la exigencia es muy alta, especialmente después de ver el nuevo A3. A Mercedes le faltaría ese plus, como que el metalizado de las ventilas se sienta frio y que la pantalla luzca más como un tablet de alta gama.
En el lado moderno se destacan las tomas de aire con estilo aeronáutico, la pantalla flotante, el cuadro de instrumentos con simil carbono, los asientos deportivos con apoyacabezas integrados y tapizado “pistero”, y algunos acentos metalizados como se puede apreciar en la galería de fotos que acompaña a esta prueba.
El espacio interior es correcto, atrás entran dos adultos de 1.75 m detrás de dos personas de su misma altura, estando principalmente limitados en el despeje para las cabezas. Respecto del equipamiento, ya destacamos la dotación de seguridad, pero llama la atención que el climatizador sea semi-automático y que no se pueda utilizar el navegador de fábrica. El resto está a la altura de las expectativas y seguimos ponderando el asistente de estacionamiento delantero y trasero que avisa mediante luces y reserva los molestos pitidos solo para los momentos críticos.
Comportamiento dinámico
El nuevo Clase A se desplaza muy bien en la ciudad, solo hay que recordar que hay que cuidar la tendencia de la trompa a besar el asfalto en cunetas y que es algo áspero (y ruidoso) contra las imperfecciones más afiladas debido al perfil bajo y duro de los neumáticos. El excelente torque a muy pocas rpm y la caja -guiada por un selector en la columna de dirección y levas en el volante- le permiten acelerar muy bien, aún con la aguja del tacómetro cerca de la posición de reposo.
Jugando a establecer buenos números con el medidor de Información ECO, que califica nuestro desempeño según Aceleración, Marcha Uniforme y Aprovechamiento de la Inercia, obtuvimos consumos urbanos muy bajos. En ruta sucede lo mismo, viajando a 120 km/h aprovecha la 7º larga para viajar con poco más de 2.000 revoluciones. El consumo es tan acotado, que según la computadora, a 160 km/h constantes no llegaba a los 10L/100 km
Ante un buen pisotón al pedal derecho, la caja se toma un instante de duda antes de rebajar y después el Clase A acelera con gran franqueza, tanto en ciudad como en ruta. A altas velocidades el confort acústico es alto y la estabilidad también. Con motivo del Especial de Lo mejor del Año que realiza Autocosmos en México, tuvimos la oportunidad de probar un A 250 en pista y el resultado no fue el mejor, con la caja algo lenta al subir de marcha y bastante subviraje. En el uso cotidiano podemos decir que sentimos lo primero al acelerar a fondo, pero que para llegar a forzar el tren delantero en la vía pública hay que ser bastante inconsciente.
Conclusiones
El nuevo Clase A supone un comienzo casi de cero para el modelo y un nuevo principio para Mercedes Benz quién está saliendo a la caza de sus nuevos futuros clientes. El gran problema de este auto es su principal competidor, el A3, que además de dominar el segmento por años acaba de recibir una nueva generación.
Aquí se nota que Mercedes no sabe tanto como Audi de plataformas de tracción delantera y en crear interiores deslumbrantes, pero en el nuevo Clase A ya vemos algo de esa pirotecnia llamativa que tan bien sabe manejar su adversaria y nos permite llevar el prestigio de la estrella de tres puntas sin que nos digan "Señor".